En Madrid, este fin de semana pasado, personas de diferentes grupos de extrema derecha han desfilado con símbolos, proclamas, lemas y gritos nazis, falangistas y de la División Azul, acusando con absoluta claridad y contundencia a los judios: “El enemigo siempre va a ser el mismo, aunque con distintas máscaras: el judío…El judío es el culpable y la División Azul luchó por ello”. Afortunadamente era un grupo de dos o tres centenares de personas pero lo hicieron con absoluta impunidad. La historia del antisemitismo recorre la historia no solo española sino europea, por no decir que mundial. Pero los hechos más dramáticos se han producido en el viejo continente. No se trata de contar la historia de los judíos, un pueblo obligado a la diáspora por unas circunstancias más que conocidas. Un pueblo siempre perseguido y al que han achacado todos los males del mundo. Desde la muerte de Cristo, judío, no ha habido mal que no se le haya atribuido al pueblo hebreo, oriundo de los antiguos reinos de Judá e Israel.
“¿Quién es judío?” se preguntaba Isaac Deutscher. Negaba que lo fuera sólo por los lazos raciales o los vínculos de sangre, ni por la religión -porque era ateo- ni por el nacionalismo -porque era internacionalista- sino por su solidaridad incondicional con los perseguidos y los exterminados. Esa es la raíz - a la contra- justamente del antisemitismo vigente aún hoy día. Se empieza con la negación o la banalización del Holocausto y se concluye difundiendo estas campañas de odio y de toda la violencia cometida contra los judíos en la historia, como justificación de las posiciones de un renovado nazismo, racismo, supremacismo y de posiciones inasumibles contra la democracia y sus valores profundos de tolerancia. Pero, ya lo dijo Popper, la tolerancia tiene el límite de lo intolerable. Y estos hechos, que evocan el periodo más negro de la humanidad, lo son.
Los actuales problemas generados en el moderno Estado de Israel, y sus conflictivas relaciones con los ocupados palestinos, no pueden ser obstáculo para un análisis serio de la historia judía y la persecución sufrida por el hecho de ser judíos. Hay antisemitismo de extrema derecha y de extrema izquierda. Ambos son antisemitismos. Ambos condenables. Faltan leyes que combatan esa estrategia de odio y que se cumplan por los servicios de investigación, por la policía democrática y por los jueces.