Según la Real Academia de la Lengua, este adjetivo tiene como significado el señalar algo de calidad media, algo de poco mérito, tirando a malo. Esta definición me viene al pelo para poner encima del debate semanal al que les someto con estos artículos de opinión una cuestión de suma importancia.
¿Estamos rodeados de mediocridad?
No me gustaría parecer demasiado pedante o presuntuoso con esto que les escribo. Todo lo contrario, me gustaría exponerles la necesidad de hacer una reflexión sobre esto sin que ello les haga pensar que me considero superior al resto. Todo lo contrario, quien me conoce sabe que la humildad es uno de mis fuertes.
Miren, esta semana por diversas cuestiones he pensado cómo puede trabajar determinada gente en determinados sitios. Pues bien, a la conclusión a la que he llegado es que trabajan donde trabajan precisamente por eso, por la mediocridad
Uno de los ámbitos en el que los ciudadanos ven una excesiva mediocridad es el relacionado con la política. Éstos ven como determinada gente que en la esfera privada no estarían trabajando ni un solo minuto lo hacen en lo público sin ningún tipo de pudor y, es más, creyendo dentro que su mediocridad es inexistente y son lo más de lo más.
Les aseguro que en muchos casos lo he pensado como ustedes. Y no vayan a pensar que me voy muy atrás en el tiempo. Esta misma semana he llegado a sufrir el exceso de mediocridad que nos rodea.
El mediocre es una especie que va a más, que está en completo auge. Es capaz de llegar a obligar a tener igual o mayor mediocridad a quien se cruce con ellos. Son una especie totalmente depredadora, sin ningún tipo de pudor y actuando con total alevosía.
A la conclusión que he llegado es que al mediocre le va bien la mediocridad, es decir, quien tiene esta valía personal busca a su alrededor gente que esté por debajo de ellos así que lo normal es que a un mediocre le rodee una legión de inútiles incapaces de pensar por sí mismos, sin ningún tipo de valoración objetiva de lo que hacen o dejan de hacer.
En conclusión: el mediocre llama a más mediocres.
Por todo ello, es más que necesario que exista por parte de todos cierta tranquilidad a la hora de abordar este tipo de situaciones. Ante la mediocridad hay que actuar como si no pasara nada, como si no hubiera ningún tipo de situación anómala. Es esencial que piense que su actuación es más que necesaria. Enfrentarnos a ellos, hacerles ver que su actuación no es lógica es como darse contra una pared. Incluso puede conllevar un efecto perverso de recrudecer esa mediocridad con un mayor grado que hasta ese momento.
Así, que hagan como yo. Cállense, ríanse y tómense esa relación con los mediocres como si nada pasara.
Sé que la mayoría de los lectores de estos periódicos y de mis artículos de opinión viven alejados de la mediocridad en cuanto a sus actuaciones pero seguro que algún o alguna mediocre, (para que no se enfade nadie con la mediocre perspectiva de género del desdoble del lenguaje), me está leyendo. Si se da alguien por aludido es posible que su actuación sea mediocre. En cierto modo, todos tenemos nuestra propia alerta interna y sabemos cuando hacemos algo mal.