Cual metáfora de la primavera, la hermandad de las Tres Caídas vivió en primera persona los designios meteorológicos de un Lunes Santo que ya anunciaba lluvias para la hora de la procesión. Con una previsión adversa, la cofradía decidió salir para mostrar a los arcenses y visitantes al menos la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas; eso sí, precedida del cortejo en toda regla. Fueron veinticinco minutos exactamente, hasta que el cielo dijo agua va... La cruz de guía, el primer tramo de hermanos de fila, la presidencia, los costaleros de refresco, las bandas de música..., todos tuvieron que dar media vuelta y enfilar la entrada apresurada en el templo flanqueados por un mar de paraguas.
La hermandad, como todas, esperaba desde hace dos años pisar la calle después del periodo más virulento de la pandemia del COVID. No pudo ser en todo su esplendor y las Tres Caídas se quedó con la miel en los labios, sin tampoco poder mostrar al repleto atrio parroquial a María Santísima de la Amargura. Para ello hubo que esperar a la apertura pública del templo tras el momento de intimidad que cerraría la fugaz procesión.
Sin embargo, no fue un día sin contenido para la hermandad, sino todo lo contrario, pues ya de mañana había celebrado el nombramiento como hermanos honoríficos de los legendarios Cristóbal Asencio, Salvador Vega, el tristemente desaparecido Juan Manuel Carrera y Manuel Macías, pesos pesados en la historia caidista que encontraron de la mano de la junta de Gobierno dirigida por el hermano mayor, David Arias, un emotivo homenaje a pie de sus sagrados titulares.
Asimismo, la hermandad recibió una ofrenda floral de la presidenta de la Diputación provincial de Cádiz, Irene García, que aprovechó en este sentido su visita al municipio para comprobar una serie de actuaciones. También sería después el alcalde de la ciudad, Isidoro Gambín, quien haría la simbólica primera ‘levantá’ del paso de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas en un momento igualmente emotivo.
En su efímero desfile, el Señor apareció vestido con camisa blanca, túnica de terciopelo morada; su paso exornado con claveles color sangre de toro. Su Madre, la Santísima Virgen quedó dispuesta en su palio, luciendo una saya de aplicación sobre tisú, el fajín donado por el obispo diocesano, José Rico; el manto burdeos y toca de sobre manto. Sus exornos florales se prepararon a base de rosa oriental, rosas malvas, rosas claras, claveles malvas, flores de cera, statices rosa, astromelias blancas, lisiantum rosa y helecho de cuero. También la hermandad estrenó este año el nuevo bacalao, insignia representativa de la corporación.
En el lado más sentimental, rindió homenaje como es tradicional a sus hermanos difuntos luciendo un lazo negro en uno de los varales del palio de la Amargura, pero, de manera excepcional, la vara del hermano mayor exhibió un lazo negro en memoria de Julián Candón Pérez, quien fuera hermano mayor de la cofradía. También el paso de Nuestro Señor de las Tres Caídas portó en el calvario la molía de Luis Oñate Sánchez, hermano costalero que fuera de la hermandad.
Lunes Santo marcado por tanto por la lluvia, pero también un día de cierto regocijo para la hermandad por haber tenido ocasión de realizar los siempre ilusionantes preparativos y, aunque fuera por apenas media hora, besar las aceras.
