Entre sobresalto y sobresalto de la campaña electoral, venimos asistiendo cada tarde a los partidos de fútbol de la Eurocopa, que como se sabe es una guerra europea sin cañones, pero con muchas bofetadas según nos cuentan los enviados especiales. Después de los partidos parece que se organizan riñas mutuamente aceptadas entre las distintas aficiones, todo para dar cuenta de lo unida que está Europa y de lo bien que nos llevamos todos.
En España, que somos muy raciales, asistimos a esa guerra pero con nuestra guerra particular dentro. Quiero decir que mientras los ingleses se abofetean con los rusos, nosotros somos más de tortearnos entre nosotros. Nos gusta discutir entre nosotros, de puertas adentro, y de ahí que a Piqué le hayan inventado una peineta despectiva mientras sonaba nuestro himno nacional, cuando el hombre sólo pretendía sonarse los huesos de los dedos.
No soy mucho de Piqué. Me gusta como jugador, pero como persona me parece un señor antipático, antimadridista y muy ligero de boca en sus manifestaciones. Pero de ahí a inventarle una grosería contra el himno me parece que es pasarse de rosca. ¿Quién, y séanme sinceros, no se ha sentido molesto alguna vez mientras sonaba un himno patrio, y ha dado rienda suelta a su incomodidad? Yo me recuerdo muy serio mientras sonaba un 28-F el himno de Andalucía, pero con un insoportable picor en vaya usted a saber qué zona. Pues antes de llegar a la parte final, donde dice “sea por Andalucía libre, España y la Humanidad” ya me estaba yo rascando desconsoladamente, aunque con disimulo. ¿Significaba eso una afrenta al himno andaluz? ¿Soy yo un mal andaluz? Creo que no, lo que ocurre es que el cuerpo no sabe que tú estás en un acto oficial. Lo mismo, entiendo, le pasó a Piqué. El hombre estaría tenso y se sonó los huesos de los dedos provocando ese ruido seco que, al parecer, tranquiliza.
Ya fuera del ámbito futbolero, en el político, a Pedro Sánchez, líder de los socialistas, le inventaron otra patraña. Dicen que después de dar la mano a unos refugiados, se limpió las manos una con otra, como si le diera asco. He visto las imágenes cien veces y me parece que es un gesto natural, inconsciente.
Lo dicho: cuidado con los gestos en público. A partir de ahora que nadie se meta el dedo en la nariz mientras suena nuestro himno, que nadie se lave las manos hasta que no esté solo en su casa, no vaya a ser que sus detractores digan que le da asco haber saludado al vecino. Que nadie se rasque, que nadie parpadee, que no respire. Por un leve gesto, natural, inconsciente, involuntario, pueden acusarte de independentista, de racista o, en el mejor de los casos, de guarro. Yo prefiero pasar por esto último.