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Viernes 08/11/2024
 

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Amurebar: Las mujeres rederas de Barbate 'desenredan' el pasado para tejer un nuevo futuro

La asociación de Mujeres Rederas de Barbate reivindica el papel de la mujer como parte integrante del sector pesquero de la localidad

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Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Sede de Amurebar.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Redes en el Puerto de Barbate.

  • La asociación se formalizó en 2020, pero el germen nació años atrás tras un curso de rederos en el que por fin ya podían inscribirse las mujeres
  • Sus objetivos son que se pierda el oficio, reconocer el papel de la mujer en el sector pesquero y formar en un futuro una cooperativa
  • Hace 25 años Manuela Vélez no pudo inscribirse en un curso sobre el oficio de rederos porque estaba destinado solo a los hombres

Aunque la red más antigua que se ha encontrado data del año 8300 antes de Cristo, la cual fue hallada en la ciudad de Antrea en Carelia (Finlandia), un grupo de arqueólogos que trabajaba en una cueva en Corea del Sur encontró indicios que sugieren que los seres humanos comenzaron a utilizar sofisticadas técnicas de pesca con redes hace 29.000 años, mucho antes de lo que se creía hasta ahora. De hecho hallaron lastres de caliza, es decir, piedras destinadas a hundir las redes de pesca a modo de plomo. Y por supuesto, no es arriesgado decir que fue en esa época cuando nació la profesión de redero.

"Rederos como Rafael trabajan en la calle, tirado en el suelo, a pleno sol o bajo la lluvia o con frío. No hay una nave preparada como ocurre en zonas como Galicia o el País Vasco, que cuando vas se te saltan las lágrimas

Un oficio que se mantiene a duras penas en muchos puertos pesqueros como el de Barbate. Un oficio que en el caso que nos ocupa, Barbate, ha estado en manos de los hombres. Hombres que hoy superan en muchos casos los 70 años y no había visos de cambio generacional hasta que las rederas, las remendadoras, dijeron aquí estamos nosotras para que “no pierda”, dando un golpe sobre una mesa en la que nunca se habían sentado las mujeres.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Aguja, hilo y navaja en mano, las remendadoras barbateñas, pioneras en adentrarse en este oficio en Andalucía, han logrado ya uno de sus grandes objetivos: impulsar el conocimiento del trabajo artesanal que representa el cuidado y reparación de las redes utilizadas dentro de los sistemas habituales de pesca, así como reconocer el papel de la mujer como parte integrante del desarrollo de la actividad pesquera.

Mujeres en el sector pesquero

Pero vayamos por parte. El sector pesquero barbateño, tradicionalmente copado por hombres, cuenta cada vez con más mujeres en puestos y labores destacados. Así nos encontramos a Ana Crespo, en la Organización de Productores Pesqueros de Almadraba, OPP-51; a Inés Foncubierta, en la OPP-6; o a Gertrudis Vélez, al frente de la OPP-13. Y en el año 2020 se formalizaba la Asociación Mujeres Rederas de Barbate, Amurebar, la primera y única de Andalucía, siguiendo el ejemplo mucho más asentado de zonas como Galicia y el País Vasco.

“Nosotras estamos en el meollo de todo”, señala Manuela Vélez Rodríguez, presidenta de Amurebar, una asociación que comenzó a forjarse en 2019 pero “por unos problemas no se formalizó hasta 2020”. Aunque hay que retroceder 25 años para contextualizar mejor su historia.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Y es que hace un cuarto de siglo se llevó a cabo en Barbate un curso de rederos. “A mí siempre me gustaba y un amigo me habló de él, por lo que solicité entrar en el mismo. El problema es que no pude inscribirme porque estaba dirigido exclusivamente para hombres y yo, como otras mujeres, nos quedamos fuera”, recuerda Vélez. “Ahí comenzó mi lucha”.

Los años fueron pasando y en 2016 llegó otro curso, también para rederos y además en esta ocasión la inscripción ya estaba abierta a mujeres. Tal fue su aceptación que el 75 por ciento de las personas inscritas fueron mujeres.

Vélez se sacó el título. El Ayuntamiento hizo un vídeo con ella de protagonista para el Día Internacional de la Mujer y “fue un boom. Me llamaban de muchos sitios”, entre ellos del CIFP Marítimo Zaporito, centro público integrado de Formación Profesional destinado a técnicos en el sector marítimo pesquero. También acudió a reuniones en Conil en la que participaba la Asociación Andaluza de Mujeres del Sector Pesquero (Andmupes). En uno de esos encuentros conoció a representantes de asociaciones de mujeres rederas de Galicia. “Yo les preguntaba cómo podía seguir, qué pasos debía dar y la respuesta era clara, crear una asociación”.

Vélez decidió dar el paso y formó un grupo que ya cuenta con 16 mujeres asociadas. Hoy hablamos con cuatro de ellas, Manuela Vélez, Rosa Domínguez, Choni Fernández y María Romero.

Entre sus objetivos está la integración de la mujer en el sector pesquero y ayudar a su formación para que “nosotros y las siguientes generaciones puedan dedicarse a esta labor”, explica Rosa.

Rafael Miranda, el maestro

Y de nuevo es necesario retroceder en el tiempo. El curso lo impartió Rafael Miranda, ‘El Pico’.  “Es quizás el único redero que queda en activo. El resto está jubilado. Así que tras el curso”, explica Vélez, “me venía todos los días al puerto y me sentaba con Rafael y con otros hombres para que me enseñaran”, porque “el curso está bien, pero la práctica es fundamental”.

A Rafael le llegan encargos de medio mundo, “desde Galicia al País Vasco, desde Portugal a Noruega”. No en vano, “sus diseños de redes son los mejores, los que más pescan y él es nuestro maestro, nuestro mentor. Lucha a la par nuestra. Nos ayuda en todo. Es de los que más empeño tiene en que esto salga adelante. No quiere que se pierda este oficio”.

Ellas tampoco quieren que se pierda. De ahí que “aunque ahora mismo en la asociación todas somos mujeres, estamos abierta a todo. De vez en cuando vienen estudiantes a conocer el sector pesquero y esta es una de sus paradas. Le enseñamos lo que hacemos porque, insistimos, no queremos que se pierda”.

Redes en el Puerto de Barbate.

De hecho, la Junta firmó un convenio con Amurebar, a las que se les cedió un espacio a cambio de  impartir a escolares y otros colectivos charlas que ayuden a entender la actividad y señas de identidad del recinto portuario barbateño en toda su dimensión. Amurebar también ha impartido cursos de rederas a colectivos de mujeres desfavorecidas dentro del Plan de Intervención en Zonas Desfavorecidas, Montaraz.

Aquel convenio supuso la cesión a la asociación de un cuarto de armadores del puerto de Barbate.

En ese cuarto de armadores cada socia tiene su asiento de cara a la pared, donde un gancho ayuda a estirar las redes. “Llegamos, cada una se sienta en su sitio y a practicar, practicar y practicar. Algunos días viene Rafael y nos da una ‘masterclass’. Si él no está es Manoli Vélez quien nos orienta. Redoblamos, hacemos mallas y trabajamos en los encargos”. Entre ellos, mil bolsas de red para la recogida de residuos marinos para una ONG o la elaboración de varias nasas para langostinos para una piscifactoría de la zona.

A pesar de ello, reconocen que “nos está costando mucho esfuerzo que los barcos de aquí nos pasen trabajos. Aunque se ha mejorado mucho, aún persiste cierto machismo y cierta desconfianza. Falta más visibilidad. Aquí la mujer nunca ha trabajado en el sector pesquero, a diferencia de lo que ocurre en el norte”.

Pero no desfallecen. “Vamos a congresos y queremos seguir formándonos”, de ahí que entre sus objetivos en que les concedan un curso con más horas que el anterior y en el que también se adentre en las redes de almadrabas. Un curso de 400 horas que ya se ha pedido al Ifapa (Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica).

Oficio complicado pero rentable

“No es saber redoblar, sino cuánto tiempo y cuántos metros redoblas”, explican para subrayar la importancia de la “velocidad y para tener velocidad necesitas prácticas. A más prácticas, más velocidad tienen las manos”.

Redoblar, remendar, hacer mallas, es importante, como lo es también “saber hacer el diseño de las diferentes artes, que es pura matemática y cálculo”.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

Es un mundo. La red de pesca es una de las herramientas más antiguas para pescar. Tejida con fibras delgadas para parecerse a una rejilla, las primeras redes estaban hechas de materiales naturales como pasto, lino, fibras de árboles y algodón, mientras que hoy en día, la mayoría de las redes de pesca están hechas de nylon o materiales sintéticos . Hay redes para traíñas, arrastre, las diferentes artes de bajura, las anguileras, para enmalle, de empuje, de cerco, de elevación, de almadrabas, flotantes, de deriva, de fondo, de tiro con copo, mixtas, ... luego está el tipo de material, que si nylon, que si hilo de petróleo... También hay que saber si llevan nudos, su tamaño, el grosor. Sin olvidarse en qué pesquería, en qué aguas se van a usar pues la fuerza de las corrientes, la temperatura del agua, el tipo de fondo, todo ello influye en su diseño y su posterior elaboración. “Cada arte de pesca es un mundo”, afirma Rosa. Sin duda, es un oficio complicado.

Pero también, aseguran, es un oficio rentable. Un arte de pesca para una traíña puede costar entre 300.000 y 400.000 euros y luego están los remiendos, los arreglos, el mantenimiento y reparación de las artes. Son rederas y son remendadoras.

Asociación de Mujeres Rederas de Barbate.

“Es una profesión rentable porque no sólo se trabaja en este puerto, se trabaja internacionalmente. Las redes vienen aquí y esa actividad redundaría en todo el tejido social y económico del pueblo”, afirman.

Su siguiente paso es convertirse en una cooperativa, con la que poder tener acceso a una nave más grande para realizar las tareas de forma más cómoda. No hay que olvidar que las artes van desde los 200 metros hasta los 700 metros de red, con 550 metros de cuerda y corcho y 100 metros de ancho desde los citados corchos hasta los plomos, que pueden llegar a pesar 1.600 kilos.

Ahora mismo, en el puerto de Barbate los rederos como Rafael trabajan “en la calle, tirado en el suelo, a pleno sol o bajo la lluvia o con frío. No hay una nave preparada como ocurre en zonas como Galicia o el País Vasco, que cuando vas se te saltan las lágrimas”.

Aun así, “vamos pasito a pasito. Aquí la mujer nunca ha trabajado en el sector pesquero, cosa que sí ha ocurrido en el norte”.

El objetivo de la cooperativa es simple, “poder vivir de esto y dejar el camino allanado para futuras generaciones. Tener un seguro y que podamos cotizar por el régimen del mar en tierra, como las gallegas o las vascas. El problema es que ni en Barbate, ni en Andalucía, hubo nunca rederas”.

Y hay mercado. Los remendadores “son mayores y es un oficio complicado. Hacer una red no es fácil”, bien lo sabe Choni Fernández, miembro de Amurebar, cuyo padre “era redero y mi madre sabía remendar mejor que él”, dice entre risas.

De oficio a profesión

E insisten en los cursos, pero quieren que partan desde la asociación porque “llegan algunos con requisitos como la edad, la cotización, el tiempo que lleva parada, y nos podemos quedar fuera”, explica María Romero.

En paralelo a la constitución de una futura cooperativa, seguirán luchando para que este oficio se homologue como profesión para “poder tener una jubilación”. Ahora mismo hay que “tener quince años para que se te considere redera profesional”.

“Estamos abriendo puertas y queremos que se reconozca esta profesión”, de la que todas ellas afirman “estar enamoradas”. “Nos atrae, es lo que hemos mamado. Adoramos el puerto. Todas hemos vivido mirando al mar” y “a pesar de ser una labor dura y complicada, no queremos que se pierda en una localidad como Barbate que depende gran parte del mar”.

Sede de Amurebar.

Y del turismo, que es otro de sus objetivos. “Queremos que sirva como atractivo turístico. Somos las únicas rederas de Andalucía y eso hay que ponerlo en valor. Hay que darle visibilidad”. De hecho, su local es un escaparate “y cuando algún turista se pasea por el puerto, siempre acaba parándose y se interesa por lo que estamos haciendo”.

Tras esta charla, de nuevo hilo, aguja y navaja, a remendar las redes y a soñar con un futuro en el que sus artes sirvan para llenar la lonja de pescado y en el que su ilusión contagie a las próximas generaciones de rederas, garantizando así la permanencia de un oficio ligado, entretejido a la historia de Barbate y que se remonta, y se dice pronto, al Paleolítico Superior. 

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