Diciembre, mi mes favorito del año y no porque cumpla años, sino por la ilusión que se respira en el ambiente. Siempre la adoré y ahora con mis dos terremotos, mucho más.
¡Cuántas cosas han pasado en diciembre, madre mía! El cierre de una biblioteca y la apertura de la Casa de la Juventud para estudiar a golpe de taconeo, la suspensión de clases de fútbol por el comienzo de unas obras que a ver cuando finalizan, porque esto es como las citas, sabemos cuándo se entra pero no cuando se sale.
Barbate ciudad de servicios. Barbate ciudad de servicios. Por cierto, ¿sabéis que ahora suben algunos impuestos? Seguro que sí. Espero que no se les haya olvidado anunciarlo en redes.
¡El encendido! ¡El encendido! Buah, me encanta la emoción que hubo en el ambiente a pesar del llovizneo que hubo, sería porque al ayuntamiento se le olvidó iluminar la mitad del pueblo… Bueno, un fallo lo tiene cualquiera, sino que se lo digan a los comerciantes de Agustín Varo y la Avenida Juan Carlos I o la barriada del Mataero ¿iluminaron las barriadas de la Paz, Bahía de Barbate o Carrero Blanco? No sé la verdad. Ambiente navideño a punta pala en nuestro pueblo, claro que sí. ¡Solo me quedo con el pedazo de pregón que dio Aroma Yerbabuena! Menuda maravilla.
Barbate es para un libro, quizás nuestro alcalde lo escriba cuando acabe su legislatura, quizás. A ver a quién le echa la culpa ahí.
A pesar de ser mi mes favorito, acabo de decidir que me quedo con enero, a pesar de la cuesta que dicen que se sube, aunque para mí la única cuesta que subo es la vuelta a la rutina. ¡Uf, como costó la vuelta!
Mientras me recordaba a mí misma que la vuelta a la rutina al final es un regalo de seguir viviendo, pensaba en cómo poder cuadrar mi agenda para ir a acompañar a una amiga a brindar por la apertura de su centro de estética que ya estaba en funcionamiento, pero no es lo mismo crear un centro en un local que no es tuyo que en crear tu proyecto personal.
A vosotras os digo que mi propósito de cuidarme en este 2023 lo he cumplido con creces y me doy las gracias por elegir vuestro centro para ello, porque al final en cada cita tengo asegurada la desconexión, la felicidad, la belleza, la profesionalidad y la tranquilidad, que eso, eso sí que no está pagado.
Que me perdonen Sonia y mi Patri que, aunque hagan unas uñas de locura, mi último trocito debe ir para mi Anita de mis zentrañas, porque a pesar de que la vida le haya golpeado una y otra vez , ahí está la “gachí” al pie del cañón con sus labios rojos tras una sonrisa de oreja oreja, porque las tempestades hay que saber navegarlas y ella en eso es una experta. Noah no sabe la suerte que tiene de tener a la madre que tiene a su verita.
Hoy vuelvo a brindar por el centro de estética de Patricia Vela, por su familia y su equipo ¡Salud!
