Juanma Moreno ha renunciado a las siglas del PP en la campaña electoral y a la ideología. El candidato (a secas) echa mano de la moderación y hace guiños a derecha e izquierda. Sabedor de que el electorado (liberal) de Ciudadanos se refugiará mayoritariamente en su opción, apela ahora al voto (progresista pero no tanto) del PSOE. Así que, por un lado, anuncia una nueva bajada masiva de impuestos (que como la primera beneficiará en exclusiva a las clases medias, que son las que importan políticamente hablando porque sí se movilizan, frente a las clases populares, invisibles y dadas a la abstención), y propone tele gratis en los hospitales.
Desde antes de este viernes, en el partido de Juanma Moreno está prohibido pronunciar en alto Vox, convencido de que los liberales y los progresistas pero no tanto huirán despavoridos si se muestra condescendiente con Macarena Olona, que ha decidido ejercer de cliché del folclorismo andaluz.
Hasta que llegó Isabel Díaz Ayuso. En Jerez y en Algeciras, esta semana, la presidenta de la Comunidad de Madrid abordó con desparpajo la posibilidad de que el PP y Vox pacten después de las elecciones. El argumento utilizado es simple: mejor eso a que el sanchismo permanezca en las instituciones. Un mensaje directo al electorado del PP que, un paso a la derecha de sus dirigentes, agradece la sinceridad y la valentía.
La reflexión no ha sido celebrada por la dirección regional que, en la línea de Feijóo, se siente cómoda con el revolucionario y estupefaciente federalismo defendido por el PP. No se trata solo de la idea plurinacional de España alumbrada por Elías Bendodo, sino de la consolidación del poder territorial con proyectos a la medida de la comunidad, con la unidad del Estado relegada a un segundo plano.
La política nunca deja de sorprender. En cualquier caso, el escenario más que previsible tras el 19J lleva inevitablemente a pensar en que tendrá que haber entendimiento entre PP y Vox. Al menos, para la investidura. Y, para sellar ese acuerdo, habrá que hablar de ideología.
El PSOE ha demostrado ya en Castilla y León que, aunque agita el miedo a que los de Abascal accedan a las instituciones, no lo evitará con la abstención para facilitar un Gobierno en solitario de quien sume más escaños porque es la última baza para salvar a Pedro Sánchez.
Las preguntas que hay que responder ahora son ¿cuáles son las líneas rojas de Juanma Moreno ante un posible pacto con Vox? y ¿qué está dispuesto a ceder? Macarena Olona y antes Manuel Gavira han advertido de que el apoyo no será gratis. Y Vox tiene claras sus condiciones. ¿Va en serio Juanma Moreno cuando afirma que prefiere repetir elecciones si no cuenta con una mayoría suficiente?
Salvo giro imprevisto (o acumulación de torpezas como la del alcalde de Estepona, que bromea -sin gracia alguna- con la violencia de género), está todo el pescado vendido. La campaña, como todas, será larga y soporífera, salvo por los malabarismos argumentales de Juanma Moreno para evitar a Vox. Al PP no le preocupa que la izquierda sume más; le aterra que al presidente de la Junta se le quede la cara de Mañueco.