Las tradiciones están para cumplirse. Y si hay algo por lo que se identifique el día de todos los santos en Cádiz, es por la cantidad de ritos y tradiciones que se llevan a cabo. Desde la visita al cementerio (antes el de San José y ahora el mancomunado de Chiclana) para recordar a nuestros fieles difuntos, a la degustación de las primeras castañas, nueces o huesos de Santo. Todo ello con el colofón de la procesión solemne de la Virgen chiquita de la Palma.
La jornada festiva del 1 de noviembre amaneció -como desde tiempo inmemorial- con la celebración de una Santa Misa en la Iglesia de la Palma, en honor de todos los fieles difuntos. Una eucaristía que concluyó con el tradicional rosario de penitencia recorriendo la calle de la Palma, hasta llegar a las murallas de la Caleta, desde donde el párroco (Juan Enrique Sánchez) impartió la bendición sobre las aguas del atlántico.
Una de las grandes novedades de la jornada estuvo en la misa del medio día que se celebró en la misma iglesia viñera presidida por el obispo Rafael Zornoza, donde la Junta hizo entrega a la archicofradía de la resolución de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, por la que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA), como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Actividad de Interés Etnológico, la “Conmemoración del maremoto de 1755 por la Hermandad de la Palma de Cádiz”, una actividad ritual que se practica en torno al Rosario y procesión de la Virgen de la Palma en el barrio de La Viña y que constituye en sí misma un fenómeno que presenta relevantes valores patrimoniales. Esta entrega fue realizada por la delegada del Gobierno en la Junta, Mercedes Colombo.
El milagro
Y es que cuenta la historia que, el 1 de noviembre de 1755 pasadas las 10.00 horas de la mañana, los vecinos del barrio de la Viña fueron los primeros de la ciudad en verse alertados por la crecida del mar y por un descomunal oleaje que rompía en las murallas, propiciando que las calles del barrio se viesen anegadas de agua. Entonces, tal y como puede leerse en los archivos de la archicofradía, Fray Bernardo, fraile capuchino que oficiaba misa en la Parroquia de la Viña en la mañana de de Todos los Santos, al ver la llegada de las aguas por la calle central del barrio, tomó un crucifijo acompañado junto a otro ministro de Cristo, Francisco Macías, que portaba un estandarte de la Virgen de la Palma y lo clavaron sobre los adoquines de la calle exclamando “Hasta aquí, Madre mía”. Fue ahí cuando de manera milagrosa las aguas comenzaron a retornar mientras se llevaba a cabo el rezo del Santo Rosario por parte del propio Fray Bernardo. El estandarte que logró frenar las aguas aún puede contemplarse, ya que se venera en las propias dependencias del templo
La procesión
Ya por la tarde, a las 17:30 horas, se abrieron las puertas de la recoleta iglesia viñera para la salida procesional de Nuestra Señora de la Palma Coronada. Con ella, se ponía fin a 365 días históricos en los que los archicofrades han podido disfrutar de dos salidas de la mística; de la jornada de lunes Santo y de las dos extraordinarias; la coronación de la virgen de las Penas y la participación del Santísimo Cristo de la Misericordia en la procesión magna del pasado mes de septiembre. Broche de un oro más que reluciente para un hermano mayor, Francisco Javier Lucero, que termina mandato tras más de ocho años de legislatura. Pues cabe recordar que la Archicofradía, acudirá a las urnas el próximo sábado 5 de noviembre con dos candidaturas; una continuista que lidera el cofrade isleño Rafael Rueda y otra un tanto novedosa pero también con quilates de experiencia presidida por el veterano cofrade Pedro Bueno.
La procesión salió con total puntualidad recorriendo las calles Virgen de la Palma, Lubet, Pericón de Cádiz, San Félix, Corralón de los carros, Trinidad, Diego Arias, Encarnación, Torre, Rosa, Pastora, Plaza Pinto, Paco Alba, Paz, José Cubiles, Cristo de la Misericordia, Virgen de la Palma.
Con Antonio Valero como capataz y la Banda Julián Cerdán de Sanlúcar como acompañamiento, la Titular de la archicofradía levantó las pasiones y emociones de vecinos, gaditanos y forasteros. Uno de los momentos más emotivos se vivió en la plaza del Tío de la Tiza, donde el coro de Pedrosa interpretó el Himno de la Coronación de la Virgen de las Penas. Igualmente, delante del cuadro del maremoto ya de vuelta en la calle de la Palma, el coro de la Salle Viña interpretó un tanguillo, que fue muy celebrado por la concurrencia.