Nada más tomar la palabra en su nombre y en el resto de galardonados por el Día de la Provincia, Alejandro Sanz, el hijo de María y de Jesuli, el flamante Hijo Predilecto de la Provincia desde hace unas horas, reivindicaba al presentador del acto con su habitual sentido del humor su título de Rey Melchor de la capital gaditana en 2020. “Se le ha olvidado que también soy Rey Mago de la ciudad de Cádiz pero bueno…”, decía riendo, en referencia a los numerosos títulos que ostenta en esta tierra (Hijo Adoptivo de Cádiz, Embajador de Algeciras, Hijo Predilecto de Andalucía…).
Este lunes regresaba “a esta bendita provincia de Cádiz”, de la que se confiesa “devoto” y con la que vive un idilio permanente, “bien acompañado”, con “
abanderados ejemplares de nuestra sociedad”, y representantes de “lo mejor de lo nuestro”, con quienes se mostraba “feliz” de poder compartir este día en el acto institucional que albergaba el Palacio de Congresos de Cádiz. “Es un orgullo estar con ellos en este acto -señalaba por los diez distinguidos con la medalla de la provincia- que no es ni más ni menos que un acto de amor”.
Antes de ahondar en su amor por Cádiz y de felicitar a la ciudad por convertirse en unos días en la "capital mundial de la lengua española",
hizo una mención especial a Lola Flores, nombrada también Hija Predilecta de la Provincia a título póstumo. Para el compositor, compartir este día “con mi querida Lola es una fantasía”. “He tenido la suerte de ser su amigo, de coincidir y disfrutar con ella el tiempo que la vida quiso, tuve la fortuna de compartir muchas
bohemiadas” -recordaba, mientras Rosario le lanzaba un beso cómplice- muchos momentos que se quedan para mí; magia pura sin fisuras, Lola en estado puro. Indescriptible;
Alguien inabarcable en una sola palabra, un concepto todo ella.
Hablar de Lola es hablar de Jerez de la Frontera y de la provincia de Cádiz, uno de sus exponentes más universales. Conectó
con el público y con la vida, embajadora de Cádiz, y de España. Lola te echamos de menos, te vamos a echar de menos siempre”, concluyó entre aplausos.
Tras este paréntesis,
Sanz se puso serio y volvió a hablar de su romance con esta provincia, de la que
“con reconocimiento o sin él”, es “un admirador, un amante y un entregado”. Y es precisamente por esta razón, por la que confesó que no necesita más reconocimientos, más formalismos.
“Siempre quiero volver. Yo en lo más profundo, tengo a Cádiz dentro de mí y rodeándome. Pero hoy tengo una petición: yo quisiera que por fin normalizáramos este amor y que ya no fuera ni noticia, que no tuvieran que distinguirme más, que yo no necesito ser Hijo Predilecto para ser el que más disfruta presumiendo de los suyos”, agregó, interrumpido por los aplausos.
Aunque
agradecido “desde el fondo de mi alma” por esta “formalidad”, “este
lujo de ser hijo predilecto”, reconoció que “
yo me siento más privilegiado que predilecto.
Que ser predilecto es muy bonito, pero ser privilegiado es algo que uno elige y es lo que lo convierten en una especie de pirueta de la vida; una auténtica pasada”. Acto seguido, defendió que desde ahora los reconocimientos sean
“para aquellos que se mueren por ser reconocidos y que se lo merecen”.
“No necesito nada más, ustedes me tienen ya”.
Así, viajó a su infancia, al niño que fue y que lleva dentro. “Yo dentro tengo a un niñ
o corriendo por las calles de Alcalá de los Gazules y de Algeciras, un niño arrecío bañándose al atardecer en la playa de Valdelagrana, de Barbate, del Rinconcillo, de Sanlúcar; un niño
viajando en coche recorriendo las ventas de la provincia y
un niño que cada febrero le explica a sus amigos al otro lado del Atlántico el significado del Carnaval, haciendo cantera". Y volvió a hacer poesía, esta vez para su tierra, para su Cádiz, para su gente, para nosotros.
"Yo solo muero por sentir que tengo el privilegio de que aquí se formó todo lo mío. Mis padres, mis abuelos, mis hermanos, mis primos, mis tíos,... Todo lo demás son papelillos de colores. Me encantan, pero soy más de momentos. Todos esos que me hicieron ser quien soy, los que me cimentaron por dentro. Gracias a todos y a todas, de todos los partidos, de todos los credos, de todos los equipos, de todos los sueños, los cielos, los cuerpos, No necesito nada. Yo solo siento por ti, Cádiz y su provincia, el más hondo de los agradecimientos.
Lo mejor de todo es que mira por donde encontré una excusa para venir a vernos y ahora cuando me vaya, tú seguirás viniendo conmigo, porque no hay acto solemne que me obligue a mayor compromiso que quererte como yo te quiero. Sin mentiras, sin adornos, sin grandes aspavientos. Cádiz, repito, es predilección, no privilegio.
Te quiero sin ojana, sin locura, sin ay, ay, ay, sin nada de eso. Te quiero de forma cercana, sencilla, profunda, de cerca y de lejos. No tiene nada que ver contigo, soy yo esto es así, que me gusta cómo nos queremos: viva Cádiz, viva Cádiz y su provincia, viva Cádiz como universo".
Y así cerraba el maestro su discurso en casi siete minutos mágicos para el recuerdo y para la historia de su eterno romance con esta tierra.