|Hasta 2019, “nos vemos en septiembre” era la frase más repetida y deseada entre maestro y alumno. Una despedida cargada de significado y muy esperada para la gran mayoría. Simbolizaba el fin de los madrugones, de los engorrosos deberes diarios y permitía a los escolares cambiar los pupitres por los baños en la playa, los videojuegos y la tablet casi a demanda y los viajes en familia. En definitiva, el veraneo de toda la vida. Una tradición que ha ido rompiendo de forma progresiva el Programa de Refuerzo Educativo Estival, que ya cumple cinco años, y está demostrando en cada edición que se puede compatibilizar el aprendizaje de forma dinámica en una jornada de 9 a 14.00 horas, muy alejada de la habitual durante el curso académico. El CEIP Reyes Católicos, en la Avenida, colgará el cartel de cerrado el próximo lunes 31 de julio, al igual que los otros cuatro colegios de la capital -dos más que el pasado año-, que se han sumado este año a este programa. Con 170 alumnos repartidos en doce grupo con un profesor asignado para cada uno, es el centro con mayor demanda de escolares en la ciudad y prácticamente en toda la provincia, con incorporaciones incluso esta última semana. A pocos días para echar el cierre, las sensaciones no pueden ser más positivas. Basta con ver cómo se lo pasan los escolares -el 70% del centro y el 30% de otros colegios de Cádiz- durante el recreo en la recta final de julio.
“Hemos cubierto las expecativas, además de ser un programa que va dirigido al refuerzo educativo, también es un recurso para que las familias puedan dejar a los niños y a las niñas”, cuenta a VIVA CÁDIZ el director del centro, Alberto Román, que coordina el programa en el centro y es uno de los 12 maestros que se han presentado voluntarios en su colegio. La jornada comienza a las 9.00 horas y es dinámica desde la primera hora. “Comenzamos con una pequeña asamblea en cada grupo. Ahí decimos lo que hemos hecho y lo que nos gustaría hacer”, explica el director. No hay nada encorsetado, son flexibles, aunque procuran “apretar” la parte más curricular de lunes a miércoles, mientras que los jueves y viernes los reservan para iniciativas “más divertidas”, como sesiones de videforum con salidas al cine incluidas, y juegos deportivos en la playa.
Grupos de 8 a 15 alumnos
“Trabajamos la Lengua, las Matemáticas, el Ingles, la Educación Física y la Oralidad, pero todo desde un punto de vista divertido. El programa contempla una hora para cada una de estas materias, media de recreo y otra media de Oralidad, pero en la práctica “lo vamos adaptando”. El resultado no puede ser más positivo a la hora de trabajar, además, las relaciones sociales entre los niños, otro de los objetivos. “A los que tienen más dificultades les viene muy bien todas las actividades lúdicas deportivas que hacemos”. De la misma forma que los estudiantes que terminan el curso “muy justitos” también se garantizan que septiembre se les haga menos cuesta arriba “al no pasarse más de dos meses sin un lápiz en la mano ni sin una lectura. “Se trabaja el refuerzo, pero no podemos conseguir que lo que no han hecho en nueve meses lo hagan ahora. Esto es un descanso mental divertido y educativo. No es un campamento, pero tampoco es el colegio”, indica. Y por supuesto también tiene las ventajas que la vorágine del curso y la ratio, pues los grupos son de entre 8 y 15 alumnos, no les permite hacer, como leer todos el mismo libro en clase y comentarlo tranquilamente, y hacer lo mismo con una película. Aunque mejora por verano, echan en falta más difusión, pues les consta que hay familias que siguen sin enterarse, y más recursos.