El papa Benedicto XVI dijo este lunes que los abusos de pederastia, "que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad" y que en la vida célibe, se puede vivir "una humanidad auténtica, pura y madura".
Benedicto XVI dirigió este lunes una larga carta a los seminaristas con motivo del Año Sacerdotal y, en uno de los apartados les habló de la sexualidad y del celibato e hizo referencia a los casos de pederastia que ha sacudido los pilares de la Iglesia católica.
Recientemente, "hemos constatado con gran dolor que algunos sacerdotes han desfigurado su ministerio al abusar sexualmente de niños y jóvenes".
Y añadió: "Debido a todo esto, muchos podrán preguntarse, quizás también vosotros, si vale la pena ser sacerdote; si es sensato encaminar la vida por el celibato".
El Pontífice no dudó: "Todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida célibe, se puede vivir una humanidad auténtica, pura y madura".
Sin embargo, advirtió a los seminaristas que deberían ser "más vigilantes y atentos", examinándose cuidadosamente, "delante de Dios, en el camino hacia el sacerdocio", para ver si es ésta su voluntad para ellos.
Benedicto XVI explicó a los seminaristas su propia experiencia.
"En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico", aseguró.
"El subteniente -prosiguió el Papa- replicó: 'Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas'. Yo sabía que esta 'nueva Alemania' estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes de aquella locura, habría más que nunca necesidad de sacerdotes".
Y animó a los seminaristas a seguir su vocación porque "los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal".
Todo ello es debido a que "donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. El hombre busca después refugio en el alcohol o en la violencia, que cada vez amenaza más a la juventud".
Benedicto XVI repasó la importancia en el camino hacia el sacerdocio, y durante toda la vida sacerdotal, de la relación personal con Dios en Jesucristo.
Subrayó la necesidad para los sacerdotes de los sacramentos.
"Para celebrar bien la Eucaristía -dijo-, es necesario también que aprendamos a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia en su expresión concreta. En la liturgia rezamos con los fieles de todos los tiempos: pasado, presente y futuro se suman a un único y gran coro de oración".
Resaltó el interés del sacramento de la Penitencia porque "me lleva a la humildad" e instó a los jóvenes a apreciar también la piedad popular, "que es diferente en las diversas culturas, pero que a fin de cuentas es también muy parecida, pues el corazón del hombre después de todo es el mismo".
El Papa insistió en la necesidad de estudio para los seminaristas ya que "la fe cristiana tiene una dimensión racional e intelectual esencial".
"Es importante -dijo- conocer a fondo la Sagrada Escritura en su totalidad, en su unidad entre Antiguo y Nuevo Testamento: la formación de los textos, su peculiaridad literaria, la composición gradual de los mismos hasta formar el canon de los libros sagrados, la unidad de su dinámica interna que no se aprecia a primera vista, pero que es la única que da sentido pleno a cada uno de los textos".
El Papa teólogo continuó: "Es importante conocer a los Padres y los grandes Concilios, en los que la Iglesia ha asimilado, reflexionando y creyendo, las afirmaciones esenciales de la Escritura".
"Es evidente -añadió- la importancia que tiene hoy la teología ecuménica, conocer las diversas comunidades cristianas; es igualmente necesario una orientación fundamental sobre las grandes religiones y, sobre todo, la filosofía: la comprensión de la búsqueda y de las preguntas del hombre, a las que la fe quiere dar respuesta".
"Pero también aprended a comprender y me atrevo a decir a valorar el derecho canónico por su necesidad intrínseca y por su aplicación práctica: una sociedad sin derecho sería una sociedad carente de derechos. El derecho es una condición del amor".