Antonio Álvarez Cordero Bizcocho es uno de esos gaditanos que nace donde quiere. Sevillano según el DNI y defensor de su tierra,
tiene en Cádiz su pasión y su cariño a la Tacita es correspondido, habiendo sido este año incluso Rey Mago en la cabalgata de El Mentidero.
¿Cómo ha ido el montaje de este año con tantas actuaciones con Los mi alma?
–Ha ido muy bien, este año teníamos el hábito cogido de estar juntos, de pasar mucho tiempo juntos y cualquier ratito juntos es posible que se convierta en un ensayo, aunque sea para aportar ideas, repasar algunas letras... Aún así yo suelo estar un paso por delante del grupo en lo que se refiere a repertorio, entonces en el ensayo se aprovecha el tiempo y ya lo que es estudiar.
¿Tuvisteis que ensayar a cantar en la cubierta del “barco”?
–Sí, tuvimos que ensayarlo, pero al soldar la cubierta nosotros mismos hubo fallos de cálculos, de montaje y al final la terminamos muy tarde. Además, el artesano nos la pidió también antes de tiempo porque la necesitaba para terminar lo que es la carcasa del barco, entonces al final ensayamos tres o cuatro días, el tiempo justo de ver que no nos caíamos.
¿Prefieres una final o quedar en el corazón de la gente tras el concurso?
–Prefiero quedar en el corazón del aficionado, pero quedar en el corazón de la forma de Los mi alma porque al final en el corazón que consigues quedarte, para ellos, eres el campeón de su final y cada uno tiene su final. La final del concurso es la que dicen los cinco que hay allí en el jurado, pero cada uno tiene, incluidos vosotros, la prensa, y nosotros nuestra final en la cabeza. Cuando te quedas en el corazón de los aficionados eres el ganador de su final y eso a mí me vale porque es lo que me da el cariño todo el año para después volver otra vez al carnaval.
¿Cómo ve la modalidad?
–Muy bien, el año se presentaba con la ausencia de compañeros de semifinal del año pasado y parecía que iba a faltar calidad o la incertidumbre de a ver quién entraba, pero al final hay un concurso de los más competidos de los últimos años. Había muchas chirigotas para entrar en semifinales, hay muchas para entrar en la final y eso es bueno, los chirigoteros estamos de enhorabuena.
¿Crees que está más aceptado el humor negro hoy en día?
–Sí, el aficionado está un poco más adaptado y por consiguiente está más aceptado.
Ahora hay más agrupaciones que se atreven con este tipo de humor, ¿hasta dónde llega esa línea de qué se puede y qué no se puede cantar?
–Creo que cada uno le tiene que cantar a lo que quiera y a lo que crea y que cada cual descubra sus propios límites porque cada uno tiene su círculo o sus circunstancias en los que él mismo se va a marcar sus propios límites en los chistes que hace. Yo de momento sigo ahí buscando los míos (risas).
Tras varios años siendo una chirigota reconocida, ¿sientes más exigencia cada año?
–Más exigencia no, pero sí es cierto que cuando uno sorprende varias veces cada vez cuesta más y la exigencia es con nosotros mismos. El público es agradecido.