En las puertas del Balneario de la Palma había dolor. El dolor de su primo, Miguel Ángel, el dolor del que es el padre de las hijas de Soraya, Joaquín, el dolor de María José que siempre estuvo cuidándola y que no podía decir más que palabras bellas sobre esta mujer. Soraya nació en El Puerto. Tenía 41 años y dos hijas, Sheila de 22 y Janette de 20. “Eligió su camino y ante eso no se podía hacer nada”, así se expresaba el que fuera su pareja con las lágrimas en los ojos porque “yo hice todo lo que pude por darle buenos consejos, porque fuera por el camino correcto”.
Pero, Soraya perdía la vida el pasado jueves en los bajos del Balneario, donde el próximo marzo se cumplirá un año de la pérdida de José Joaquín. Vivía en la calle desde hacía tres años, según explica María José Requejo, quien fuera presidenta de la asociación de lucha contra el alcoholismo ‘Amar’. El relato estremece porque con pocas palabras hace sentir cómo una persona puede acabar de la noche a la mañana durmiendo bajo cartones. “La echaron de su casa. Ella vivía en la calle Santo Domingo y alquiló una habitación a una pareja para sacar algún dinero. Ésta le hizo firmar un contrato, aprovechando un momento de debilidad. Esto provocó que perdiera su hogar” y acabara viviendo en la calle. El que padre de las hijas de Soraya también sabe lo que es vivir y dormir al raso. “Yo por no ver cómo sufren estas personas, me levantaba a primera hora y me tiraba todo el día dando vueltas, hasta que volvía al Balneario para dormir”, explica Joaquín. Porque cualquiera puede ser Soraya.
Era una mujer “muy inteligente, sabía inglés, y ahora estaba trabajando en la fresa”, cuenta Requejo, que sigue sin creerse la mala suerte que ha tenido esta mujer. “Estaba de permiso, porque estaba en un centro de rehabilitación en Huelva y se nos ha ido”. Aquellos que la conocían coincidían en el mal que hacen las adicciones cuando vives en la calle. “Hay momentos en los que no la podía proteger y tenía que estar escondiendo la realidad a mis hijas para que no sufrieran”. Un relato desgarrador que concluía con un deseo: “Necesitamos un sitio en condiciones para quienes estamos en la calle. Un lugar al que poder acudir las 24 horas del día, y aquellos que tienen problemas necesitan que se les dé una atención psicológica y médica”.
La Asociación Pro Derechos Humanos convocaba una concentración para pedir que no haya más muertes en la calle porque “llevamos una media de 2-3 muertes al año”, afirmaba Rafael Lara. “Algo está pasando para que mueran tantas criaturas que tenían toda la dignidad que deben tener todas las personas”, han señalado en el manifiesto, que ha reclamado “que se analicen cuáles son las circunstancias que provocan que haya tantas personas que pierden la vida en nuestras calles”.
Apoyo
A este colectivo lo acompañaban otras asociaciones de la ciudad como Calor en la Noche, Despertares, 5 de abril, Afedu y representantes de todos los partidos políticos, entre otras.
La rabia se palpaba en las palabras de Rafael Lara quien declaraba que “no queremos volver a concentrarnos ni a tener que encontrarnos para mostrar nuestro pesar”. Por eso pidió públicamente al Ayuntamiento que “ponga en marcha todas las medidas necesarias y que convoque una reunión con colectivos sociales que trabajan con las personas sin hogar y con los que quieran ayudar”.
Desde la extinta asociación Amar recordaban cómo la crisis hizo mella en la labor que venían desarrollando con estas personas, así como Loli Callealta de Afedu reclamaba “profesionales especializados para ayudar a estas personas que con adicciones están en la calle”. Conclusión: trabajar para buscar soluciones y evitar que mueran más personas en la calle es responsabilidad de todos.