“Yo no quiero dinero, quiero un techo”. Así se manifestaba esta mañana Carmen, una de las personas que residían en en edificio de la Corrala de la Bahía. Este martes a primera hora tenía lugar su desalojo después de haber permanecido ocupado desde enero de 2015. Los ocupantes salían con sus pertenencias con las claras del día y con un cheque de 5.000 euros por vivienda tras haber conseguido llegar a un acuerdo con el fondo de inversiones estadounidense Cerberus, propietario del bloque desde hace unos meses.
La gente lo ve muy fácil desde fuera, pero no es fácil vivir sin los pilares básicos"Habían pasado seis años ya desde que este edificio fue ocupado ilegalmente por familias necesitadas. El bloque, que era de nueva construcción, llevaba años cerrado ya que fue embargado por el banco a la constructora. Son muchas las familias que han pasado por aquí en los últimos años. Actualmente, según nos cuenta Carmen, había veintiocho. Las mismas que han abandonado los pisos esta mañana.
Algunas de las personas que han habitado en el edificio en los últimos años hubieran preferido quedarse. Sin embargo, la mayoría llegó a un acuerdo con Cerberus mediante el que las familias y personas que allí residían recibirían una cantidad a cambio de que accedieran voluntariamente a abandonar los pisos. Y así ha sido. Un representante de Haya Real State, la sociedad que gestiona en España el edificio propiedad del grupo de inversión, ha acudido para cerciorarse de que se cumplía lo acordado y hacer entrega de los cheques a cambio de las llaves.
“Yo no tengo avalista, y los 5.000 euros no dan ni para un año de alquiler”, explica Carmen. “A mí no me gusta ocupar la casa de nadie, pero si no me metía yo iba a entrar otra persona igualmente”. Asegura que no quería el dinero, que hubiera preferido quedarse en el piso. “Pero me dijeron que si yo me quedaba sola dentro me la jugaba a que me echaran con una orden judicial, con multa y a quedarme sin nada… y como el 90% se había conformado con el acuerdo pues decidí coger también el dinero”.
Desde hoy el edificio contará con seguridad privada constante, vigilando que no vuelva a ser ocupado. Algunas de las personas que vivían allí, como Carmen, han lamentado no haber podido sacar gran parte de sus enseres. “Yo soy de las que menos tienen que perder, porque no tengo hijos ni pareja, pero me duele que me hayan subestimado; y me han engañado también, porque dijeron que podría hacer un inventario y dejar mis cosas dentro y ahora que he entregado las llaves dudo que pueda volver a entrar a por ellas”.
Esta mujer estuvo en la Corrala desde el principio, “con entradas y salidas” por temporadas. Nos cuenta que llegó allí también su hermana, “con su novio y su hija, pero cuando esto empezó a desarmarse ella huyó con la niña”. Ella ha pasado un total de siete años, “entrando y saliendo, vendimiando, durmiendo a veces en casa de una amiga, y luchando”.
“La gente lo ve muy fácil desde fuera, pero no es fácil vivir sin los pilares básicos… sin luz; porque aunque tengas una placa solar, eso no te da para tener un frigorífico… para eso hay que tener dinero”.
El edificio ha estado ocupado por familias, personas sin recursos y en exclusión social. Aunque no en pocas ocasiones se ha visto salpicado por reyertas, trapicheo de drogas e incluso llegó a haber personas que fallecieron en el bloque. Porque, al fin y al cabo, se trataba de un lugar peligroso al que llegaba gente variopinta.
“Aquí ha habido hasta estafa en el último momento”, nos cuenta otra de las afectadas que han abandonado hoy la Corrala. Al parecer, en el edificio “había una pareja que llegó buscando casa porque tenían un niño chico, y mi marido se ofreció a facilitarle que entrara en un piso porque le dio pena del crío. Pues resulta que cuando ha llegado este asunto se lo han montado los dos muy bien, contando que se habían conocido aquí viviendo cada uno en un piso, que abrieron un hueco en una pared para unirlos después de haber tenido al niño y ahora se han llevado 10.000”.
Quien nos lo cuenta considera que lo que han hecho “no es justo”. Porque “yo también tengo a mi hija, que está en casa de una hermana durmiendo en un sofá, y sin trabajo porque está en ERTE; y tengo dos nietos, uno de ellos con 17 años y ciego… ¿qué hago yo con 5.000 euros?”.