Aunque no lo parezca en el ambiente diario de nuestras calles, en estos días la ciudad de Huelva está viviendo su festival cinematográfico, lógicamente iberoamericano, que este año alcanza su cuadragésimanovena edición, por lo que, a un año vista, ya se habla de los fastos del medio siglo.
Aquello que empezó como una Semana de Cine Iberoamericano hace años que se les fue de las manos a los organizadores que, pese a contar con unos presupuestos millonarios, no supieron enganchar a los onubenses que aún recuerdan el paso por la ciudad de grandes del cine y, entre otros, Mario Moreno Cantinflas, María Félix, García Berlanga y otros nombres míticos que no solo acudieron a Huelva para participar en su festival sino que se dejaron ver por las calles onubenses, departiendo con quienes se acercaron a ellos, algo impensable hoy día porque nombres importantes de la cinematografía iberoamericana no llegan a Huelva y los desconocidos que vienen -muchos de ellos protagonistas de series de televisión- no salen a recorrer la ciudad.
El festival tiene carácter iberoamericano, como sucede en otros muchos que cuentan con una sección dedicada al cine de esta zona. Por tanto, la originalidad ha quedado ya muy superada como también la calidad. Hay quienes nos quieren hacer ver que el festival onubense está entre los cinco mejores de España y pienso que está a años luz del de San Sebastián, Valladolid, Sitges, Sevilla, Málaga y otros más de un país que cuenta con más festivales de cine que iglesias. Aquí, en nuestra provincia hay, al menos tres, el susodicho iberoamericano, el de La Antilla y el del cine femenino. Que no sea por festivales, encuentros o como se quieran llamar.
Y, a todo esto, ¿quién es el público que acude al festival? Se ha dicho que el año pasado acudieron 70.000 personas por lo que, teniendo en cuenta que se proyectaron más de un centenar de películas, cada sesión contó con unos 700 espectadores. ¿Hay quien se lo crea? Además, como estamos acostumbrados a ver, si no fuese por los escolares, la asistencia sería mínima. En estos días se ven numerosas colas de críos que, acompañados por sus maestros, acuden al Gran Teatro a disfrutar de una proyección.
Al festival onubense le falta glamour. Quien le da caché a estos días. Personajes desconocidos para el gran público son recibidos por la organización como héroes pero nadie se acerca a ellos a pedirles un autógrafo. Algunos de ellos han iniciado una tourné por Andalucía y, en las próximas semanas, acudirán a los festivales de Sevilla y Almería que, por cierto, tienen mayor relevancia para la prensa que el onubense, como sucedía hace unos días en los que se destacaban esos festivales mientras se omitía el onubense.
Y esa falta de glamour no es por carencia de dinero que, de esto, abunda en cantidad y, si no, se engorda el déficit que, en alguna que otra ocasión, ha estado cercano al medio millón de euros. Y esa inversión, ¿para qué sirve? Si, después de marcharse, los invitados ya no hablan de Huelva, de su festival, de lo bien y en cantidad que han comido y bebido.
¿El comercio onubense encuentra rentabilidad en el festival? Pienso que no hay más público en estos días visitando los comercios sino que siguen a la espera de que llegue el Viernes Negro para comprar alguna prenda como tampoco muchos de los invitados pasan por nuestros comercios y adquieren productos. Recuerdo cuando algunos invitados cambiaban sus vales de comidas por jamones en algunos bares de nuestra ciudad. Era la señal indiscutible del dinero que se gastaban los cinematográficos personajes.
Aunque parezca mentira, Huelva vive su Festival Cinematográfico con más sombras que luces mientras nuestras autoridades se desgañitan hablando de un encuentro que, pese a tener casi cincuenta años, todavía no entrado en Huelva, en sus gentes. Pero seguirá manteniéndose.
