De lo que podría ser chatarra a casas funcionales, eso es lo que el chiclanero Adán Carmona realiza con los antiguos containers marinos. Hogares alternativos para parcelas, sobre todo rústicas, respetuosos con el medio ambiente, con todas las calidades de las viviendas tradicionales pero más económicas.
“Con 16 años empecé a plantearme mi futuro, a ver qué casas podría adquirir con los recursos que tenía, tal y cómo estaban las viviendas y el precio del ladrillo, comencé a barajar la posibilidad de casas alternativas, y ahí descubrí las casas contenedores”. Trabajar en la obra fue su mejor escuela, allí aprendió los métodos constructivos que luego aplicaría en Kubik, la empresa que fundó durante el confinamiento para construir estas viviendas. “Decidí lanzarme y construir esta casa piloto para poder ver las técnicas que había adquirido durante todos estos años y ponerlo en práctica dentro de esta estructura metálica”.
La primera casa realizada por Adán con un container de más de 50 años tiene 60 metros cuadrados, cuenta con cocina, salón, comedor, cuatro habitaciones y dos cuartos de baño. “El contenedor estaba para tirarlo, corroído y con boquetes, pero me quise poner un reto complicado porque soy de los que piensan que hay que empezar por lo más difícil. Para las casas que estoy construyendo ahora utilizo containers que tienen unos ocho años y están prácticamente nuevos, me los traen directamente del puerto en unas condiciones excelentes”.
Kubik trabaja en casas personalizadas, junto al cliente elaboran y definen el diseño, y en un plazo de tres meses están terminadas y preparadas para entrar a vivir en ella. “Aquí el cliente es el que decide con cuantos containers quiere que fabriquemos su vivienda. Una vez que decide los metros que desea, nosotros encargamos a la empresa que busque los contenedores porque tenemos que esperar a que los den de baja de uso marítimo y así utilizarlos nosotros para la construcción. En cuanto al precio, es más asequible que una vivienda de ladrillo, pero también va a depender de los acabados que el cliente quiera. Nos ajustamos a todos los bolsillo, pero podemos comenzar con 800 euros el metro cuadrado”.
Ante el incremento de los materiales de construcción y el encarecimiento de la vivienda, hay cada vez más personas interesadas en estas alternativas. “Tenemos proyectos en Madrid y en Barcelona, pero también nos han hablado de Tenerife e incluso de Italia”.
Además de la disminución de los costes y del tiempo de construcción, estas casas se posicionan como la mejor opción para las parcelas rusticas por su versatilidad urbanística. “Esta casa se considera un bien mueble, nadie te puede prohibir tenerla en tu parcela porque respetando las ordenanzas, no infringe ninguna ley de construcción. Además, si quieres vender la parcela, puedes conservar la casa e instalarla en cualquier otro lugar ya que conservamos el anclaje y solo necesitaríamos cortar las uniones”.
Estas viviendas no tienen fecha de caducidad, “trabajamos con acero inoxidable que evita la corrosión de la misma”, explica.
La principal ventaja de estas estructuras convertidas en hogar a raíz de chatarra sacada del mar, es la de la sostenibilidad. “No genera las toneladas de basura que puede dar una construcción típica. Tampoco emitimos emisiones. Los materiales utilizados intentamos que provengan de fuentes que no sean contaminantes y evitamos el uso de químicos. Para una vivienda de 60 metros cuadrados solo sacamos una saca de obra para la basura”, concluye.