Han pasado 35 años desde que la
Fox propiciara el que se ha convertido en uno de sus experimentos cinematográficos más rentables:
Depredador. Aquella mezcla entre
Rambo y Alien, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, contó con la habílisima puesta en escena de un casi debutante
John McTiernan, que supo convertir en trepidante lo que apenas apuntaba a rutinaria película de acción. El éxito llevó a producir una secuela de corte policíaco en plena jungla de asfalto, de discreto resultado, pero a la que han seguido rentables sucedáneos de diversa índole, incluido el enfrentamiento contra el otro gran extraterrestre franquicia de la compañía,
Alien, además de la pretendida reinvención del personaje con
The predator bajo la dirección de
Shane Black, que tampoco respondió a las expectativas.
Coincidiendo ahora con los 35 años del estreno del Depredador original, llega una nueva incursión en el universo del aguerrido cazador alienígena con
Prey (La presa), ambientada a principios del siglo XVIII en las grandes llanuras del norte, en territorio comanche, en los límites del conocido como
far-west, para abordar un nuevo enfrentamiento, de nuevo en plena naturaleza, aunque con atractivas variantes que aportan una generosa novedad dentro de lo que no deja de ser una sucesión de sangrientos enfrentamientos con el desconocido y temido invasor, que es la esencia que ha marcado toda la saga. En este sentido, la principal aportación de su nuevo director,
Dan Trachtenberg, responsable de la interesantísima
Calle Cloverfield, 10, ha sido convertir una historia de terror y ciencia ficción en una apreciable, aunque no novedosa, película de aventuras.
Y ese toque está presente desde el inicio del filme, en el que Trachtenberg establece el marco narrativo en el que demuestra sentirse más cómodo: la vida diaria de la tribu, el contacto permanente con la naturaleza, las partidas de caza y un punto de vista aportada por su joven protagonista femenina, Naru, a la que da vida de forma eficiente
Amber Midthunder, convertida en pretendida heroína como lo era Ripley en el Alien de Ridley Scott. Lo demás, pueden imaginárselo.