A mediados de septiembre daba inicio un nuevo curso escolar en la localidad. Y como cada año, desde la comunidad educativa, especialmente los padres y madres, se encuentran con una serie de problemas que lamentablemente siempre están ligados a la falta de recursos, en este caso desde la Junta de Andalucía y su consejería de Educación, destinados a una educación pública de calidad e igualitaria.
En este análisis nos centramos en dos cuestiones. Por un lado, los problemas del transporte escolar que padece el alumnado del CEIP El Colorado y el IES Roche, y por otro la necesidad de más Personal Técnico de Integración Social (PTIS), y recursos materiales para un centro como el Tomás Iglesias que concentra la línea de Educación Especial en el municipio.
Al respecto, Anabel Moreno, concejala de Educación, confirma ambas preocupaciones. En cuanto al Colegio de Educación Primaria Tomás Iglesias Pérez, la edil explica que solo cuenta con un monitor PTIS a tiempo completo y otro a dos horas (que acude a colegios rurales para completar cuatro horas). Una dotación “insuficiente” para hacerse cargo de los siete alumnos con necesidades especiales con los que cuenta el centro y que “genera malestar entre los padres”.
Moreno señala que “los tutores echan una mano, pero también deben estar pendiente del resto escolares con clases que tienen una ratio de entre 25 y 26 alumnos”. Esa deficiencia impide “mejorar la calidad educativa” de aquellos que necesitan una atención especial, que va desde déficit de atención, a problemas de movilidad incluso para ir al cuarto de baño.
Se trata de una “reivindicación” y una “reclamación” que se viene haciendo desde los últimos años, y desde el Ayuntamiento “no se entiende que no se den más recursos” a un centro “al que se derivan los alumnos con necesidades especiales” y que cuenta con aulas específicas para ello.
Conil cuenta con tres centros especializados como son la Escuela de Educación Infantil Menéndez Pidal, el colegio Tomás Iglesias y el IES Los Molinos, por lo que, en el caso del Tomás Iglesias “debería estar más preparado”, pero “el problema es que la Delegación de Educación de la Junta maneja números y si hay siete alumnos, designan a un monitor y uno de apoyo a media jornada, lo cual es un error, porque estos alumnos no son números y deberían centrarse en los diagnósticos de los mismos porque cada uno de ellos requiere una atención especial y específica. Cada caso es especial”.
Esta demanda “se la hemos vuelto a trasladar a la Junta este año, también por parte de las familias, pero la respuesta será la misma, los números cuadran, el cómputo de casos por monitor sale”.
“No son números, son personas”
Pero lo cierto es que no sale. Porque “no son números, son personas, alumnos que tienen el derecho a recibir una educación digna”, como explica Jacinta Caravaca Ramírez, una de las madres afectadas. Su hijo Fabio, de ocho años, cursa estudios en Tomás Iglesias. “No es la primera vez que denunciamos esta situación, llevamos años haciéndolo. Y los cursos pasan y el problema no se resuelve, con lo que perdemos un tiempo precioso y se perjudica a la educación de nuestros hijos”.
Ella ha propuesto que su hijo repita curso este año porque “veo que no avanza. El colegio podría pasarle, pero no he querido. El motivo es que no tiene el nivel porque no hay recursos de apoyo”.
“Hablo de mi caso particular”. Es decir, de Fabio, que padece parálisis cerebral pero “habla y camina con normalidad. El problema es que sufre de ataques epilépticos, así como un déficit de atención e inmadurez cerebral. Además, debido a la parálisis, la mano derecha no la trabaja. Necesita apoyo cognitivo. A él le va bien cuando cuenta con un monitor para que preste atención”.
De hecho, tuvo buenos resultados y avanzó mucho durante el primer año de la Covid, cuando se aumentaron los monitores. Pero ya el año pasado los quitaron y con una clase con 25 personas, “él no presta atención, así que decidí que repitiese el curso”. Y este curso, se repite la situación.
“No pueden mirar el ratio. No se debe hablar de números, sino de diagnósticos. Con un monitor y medio no alcanza, no se pueden dividir. La delegación solo mira los números. Además, este colegio es el que tiene la línea. No podemos elegir por lo que exigimos que al menos cuente con suficientes profesionales ya que está habilitado para ello. Un profesor no puede dejar la clase para llevar a un niño al baño”.
“Estamos enfadadas e indignadas”, afirma Jacinta. “Ves que tu hijo puede pero necesita ayuda y es muy doloroso ver que no la tiene. Es doloroso ver que no le dan la oportunidad cuando sabes que puede alcanzar el nivel aunque no sea al ritmo de otros compañeros”.
“¿Dónde está la igualdad? ¿Solo en cartelitos? Para que haya igualdad debe haber recursos, sin ellos es imposible. No hay sillas adaptadas, ni ordenadores adaptados y a los padres no nos permiten llevarlos. Es inhumano, es injusto. Si mi hijo puede, deben darle la oportunidad porque tiene el mismo derecho a una educación que cualquier otro”, se lamenta esta madre que ya se ha cansado de “mandar cartas a Educación” sin respuestas, y que espera que “la delegada se siente con nosotros y conozca nuestra batalla”.
Porque es madre y es maestra (cuando sale su hijo del colegio para darle refuerzo). “Hago todo lo que sea, incluso sin tenerlos, busco recursos para darle la mejor educación y para que tenga los materiales y libros específicos. Pagamos por todo pero no permito que vaya al colegio a hacer dibujitos, para eso mejor se queda en casa conmigo que aprenderá más”.
De hecho, “cuando el monitor que está a dos horas se va, queda solo uno… y si tres alumnos quieren ir al baño, ¿cómo se divide?”, e insiste en que “si no me dan opción a irme a otro colegio, este debe estar preparado. Vas pensando en que van a tener los recursos y las facilidades y lo que hacen es parchear. No es normal”.
Junto al PTIS, el centro cuenta con profesionales de Pedagogía Terapéutica (PT) y Audición y Lenguaje (AL). “La logopeda (AL) ha entrado hoy (martes, 4 de octubre) y el PT está para refuerzo educativo para un total de 32 alumnos, que al parecer aumentará a más de 40… ¿cómo se mete ese alumnado en su horario? Pues recortando el horario, con lo que al final no reciben el tiempo requerido. El remedio no es recortar horario, sino ampliar la plantilla de profesionales”.
La silla adaptada, pequeña
Hablamos también Manoli y el caso de su hijo, Juan Manuel Guerra, de nueve años. Padece una enfermedad de las denominadas ‘raras’. Ataxia telangiectasia. Solo hay unos treinta casos en España. Es degenerativa. “Desde hace unos meses no anda. Va en silla de ruedas o en andador, aunque no lo controla bien. Tiene dificultades para hablar. Problemas de coordinación y equilibrio, pero cognitivamente está perfecto. En el cole no puede escribir bien. Está en cuarto pero tiene nivel de primero. Apenas lee y escribe. En el centro le pusieron un ordenador, pero uno normal, sin adaptar, y si nadie le ayuda, no puede hacer prácticamente nada”.
También cuenta con una silla adaptada, con reposabrazos y reposacuello, pero “se le ha quedado pequeña. De hecho todos sus compañeros tienen silla y mesa altas, pero él tiene la silla y la mesa pequeña. Es el único. La silla y una tablet están pedidas desde el pasado año, pero no llega”.
En cuanto a monitores, “su tutora me dice que tiene durante ocho horas a la semana. Uno que va cinco días a la semana a una hora por día, y otro para tres horas a la semana, de las cuales dos son para Educación Física. Es lo único que tiene mi hijo cuando en los informes se refleja que necesita ayuda continuada todas las horas lectivas. De hecho él es dependiente grado 3, que es lo máximo”.
“Lo bueno es que tiene una tutora que es maravillosa y le ayuda mucho. Lo lleva al baño porque prefiere hacerlo ella antes que llamar al monitor por teléfono y mientras viene o no viene, pues lo mismo no puede aguantar”.
Para el recreo, “hay un maestro de los que están en el patio que está pendiente a él. Pero a él hay que abrirle el bocadillo, ayudarle con el agua. Bajarlo de la silla porque la psicomotricidad le falla”.
“Él debería tener un monitor las cinco horas y no lo tiene”. Y básicamente es lo que pide, que estén más horas con él. “Esa es mi demanda. Es mi caso. Sé que hay más niños que lo necesitan pero creo que debería valorarse de manera individualizada, por diagnóstico. Con un monitor no están los siete alumnos cubiertos cuando cada uno tiene unas necesidades específicas”.
El PT “lleva años que dice que está saturado y este año aún más porque tiene más niños. Me he comentado que puede dedicarle al mío media hora al día y no todos los días. Es decir, eso es igual a nada. La logopeda aún no la conocemos porque ha llegado esta semana. Así que no contamos con ese servicio”.
Por otro lado, su madre nos comenta que “hay un ensayo clínico que estamos aplicando a mi hijo en Madrid. Cada 21 días tenemos que desplazarnos a la capital. El objetivo es retrasar el proceso degenerativo. Que no empeore más, ni tan rápido. Ahora mismo estamos aquí y ese es otro tema como para escribir un libro porque tenemos que asumir nosotros los gastos y ahí vamos. Tenemos muchos problemas con la Junta para que nos abone o nos ayude en algo”.
Pero volviendo al colegio, sentencia que “mi hijo básicamente necesita ayuda para todo y no cuenta con ella. Sé que en otras comunidades autónomas hay niños con la misma enfermedad que él y tiene cubiertas las cinco horas lectivas y aquí no lo tenemos. Lo sé porque tenemos un grupo de Whatsapp entre todos los padres con hijos con la misma enfermedad”.
El bus escolar en el diseminado
Respecto a la situación del bus escolar en el diseminado, Anabel Moreno lamenta que “es algo que llevamos padeciendo en el CEIP El Colorado y el IES de Roche desde hace muchos años, desde que se le dio la concesión a la empresa Aula”, a pesar de los múltiples informes de la dirección de los centros, de los familiares y del Ayuntamiento. Una concesión que comenzó en 2016 y que hoy mantiene las mismas deficiencias, “desde aires acondicionados que no funcionan, goteras, asientos sin anclar, retrasos, puertas que no cierran… es tercermundista”.
Tras tres semanas desde que comenzara el nuevo curso, “casi todos los días ha habido una avería, con los consiguientes retrasos e inconvenientes para el alumnado y sus familias”. Ante esta situación, el 28 de septiembre “solicitamos una reunión urgente” con la delegada territorial de Educación, Isabel Paredes.
“Cuando vino”, relata con cierta ironía Anabel Moreno, “casualmente había cinco autobuses ese día, todos muy limpios. Incluso uno blanco que nadie había visto jamás”. A dicha reunión acudieron junto a la citada delegada, una inspectora de Educación, un técnico de la EPAE (Agencia Pública Andaluza de Educación), los directores de ambos centros, las presidentas de las Ampas, el alcalde, Juan Bermúdez, y la edil.
Allí “nos explicaron la situación. Es decir, Aula cogió la concesión en 2016 para cuatro años, pero por la pandemia obtuvo una prórroga del contrato que concluye el 30 de noviembre próximo. La concesión ha vuelto a salir a concurso, y como siempre se hace a la baja y con el alza de precios como el combustible, ha quedado desierta porque a las empresas no les interesa. La idea es renovar a la actual empresa el 1 de diciembre, pero queremos que en el mismo contrato conlleve mayor vigilancia”.
Moreno es consciente que “la situación es complicada. Nos ha ocurrido en las obras de la calle Trafalgar. Pero si la empresa incumple el contrato, se rescinde. Es un proceso complicado pero se puede hacer. Y una vez que se le rescinde, se puede otorgar otro contrato por urgencia. Y es lo que debería hacer la Junta con la empresa de transporte, ya que incumple sistemáticamente el contrato. Y lo debe hacer ya, antes de la prórroga porque eso sería una condena a las familias y al alumnado”.
Lamentablemente “todo apunta a que se le va a renovar, y de ser así, queremos que se redacte un nuevo pliego, tal y como indicó el alcalde, que conlleve inspecciones más asiduas y en las horas punta”.
La situación es crítica. Esta misma semana otra madre ha denunciado el caso. La edil espera que en la próxima reunión con la delegada territorial, que será en unos veinte días, “la voluntad política se demuestre con hechos. Es decir, que apuesta por rescindir el contrato porque ahora es un descontrol. Por ejemplo, hay cinco rutas en el diseminado y hay autobuses que hacen dos de ellas, con lo que hay alumnos que llegan a las 08.30 horas y otros una hora más tarde”.
Para concluir, Anabel Moreno tiene claro que el problema es de fondo. “Las políticas actuales de la Junta van en detrimento de servicios públicos tan vitales como la Educación y la Sanidad, que se están viendo afectados por la falta de recursos. El ejemplo lo tenemos con la supresión de un impuesto como el de Patrimonio que no beneficia a casi ningún andaluz, solo a unos pocos, pero sí perjudica a muchos porque ese dinero que no se recauda repercute en la calidad de los servicios públicos. Ese dinero se quita de los recursos”.