Aprende de sus errores, prueba con materiales y rebusca información sobre cómo manejar el barro, todo para completar una labor autodidacta en el mundo de la imaginería religiosa.
Aunque solo tiene 22 años, el imaginero cordobés Manuel Martín Boillo lleva ya tiempo apurando los espacios de su taller para concebir obras en las que virgen dolorosas, cristos e imágenes secundarias toman forma gracias a unas manos jóvenes que dan una nueva dimensión a esta profesión.
En vísperas de la Semana Santa, este joven imaginero cordobés abre a Efe las puertas de su taller mientras se afana con un pincel en perfilar el pelo de una de sus obras: "Con esta virgen estoy tratando el pelo, que es a rayas, pero hay que darle movimiento para que no salga una raya lisa; vamos haciendo huecos para conseguir un poco de volumen y profundidad en el cabello", detalla.
Con varias estanterías llenas de bocetos de cristos, vírgenes -como la de la Soledad-, personajes como Caifás y otras figuras relevantes en la Pasión de Cristo, Martín recuerda que comenzó a interesarse por la imaginería cuando trabajó el barro dentro de su formación en una escuela de arte.
Unos inicios difíciles en un mundo donde no es fácil que le abran las puertas de los talleres de los imagineros consagrados: "Empecé sólo porque no pude entrar en ningún taller. Llevo cuatro años intentando entrar en uno, sin cobrar, solo para aprender, pero está bastante complicado", lamenta.
Por ello, se lanzó al autoaprendizaje, algo inusual hoy día en este mundo, según narra, pero ahora se muestra confiado en dar una difusión mayor a sus obras, algunas de ellas ya repartidas por colecciones privadas, algunos colegios e incluso otras ya salen en procesión, como un Jesús Cautivo y una Virgen, en la Semana Santa Chiquita de Villanueva de Córdoba.
Con medio centenar de bocetos e imágenes de tamaño académico (70 centímetros; 1,20 metros y 1 metro) en su haber, tiene un deseo: "Hacer una obra para Córdoba" y una meta: "Hacer un crucificado", aunque para esto último asegura no verse aún "muy preparado ya que se trata de concebir una anatomía compleja".
Una de sus últimas obras ha sido una virgen que ha donado al colegio San Rafael para que este Viernes de Dolores la saquen los alumnos en procesión.
Mientras tanto, a Martín Boillo se le pasan las horas como si fueran minutos, envuelto entre olor a incienso y rodeado de sus figuras, muchas de ellas imágenes de misterio, porque dice que tienen "más fuerza y expresividad".