Domingo por la tarde. La luz vuelve a clarear el paisaje tras la lluvia. Los pájaros, nuevamente, despiden cantares mientras revolotean de copa en copa. El campo enmudece ante una nueva oportunidad de vida. En el parte médico, la sequía abandona su estado crítico. Hace meses, rogábamos a Dios por la lluvia, y el agua acampó entre nosotros…
Muchos, otrora, rememoraron la Palabra: “Padre, aparte de mí este cáliz…”, pero olvidaban el desenlace del mensaje: “…pero no como yo quiera, sino como Tú quieras”. Y llegó la Semana de Pasión, y el “cómo” se hizo llanto cofrade al reemplazarse por el “cuándo”. Ay, qué rotura de aguas, parto de borrascas empapando anhelos…
Y mi pregunta: ¿no está Dios tras esta Resurrección de pantanos y embalses? Es natural que la semana que hemos vivido apene a muchos, mas, quizás, sea momento para reflexionar. Hace unos meses, un amigo me decía: “con tanta procesión extraordinaria, imagino que los cofrades descansarán en Semana Santa”. Retomo aquel comentario, entonces irónico y profético, para pensar que quizás Dios, en su refinada manifestación, nos haya pedido un respiro… y un respeto.
La televisión, en estos días, nos ha permitido ver a algún reportero que conectaba, en plena procesión, arrimando hombro bajo el trono; también hemos escuchado en algunas barras, con estupor, que “tarde sin pasos, tarde de vasos”; y, desde occidente, nos cuentan las fotografías que ha habido nazarenos en El Corte Inglés o en patinete. Algo está fallando…
A esto, añadamos que el problema, para muchos neocofrades, es si la túnica de su Señor debe ser lisa o bordada, sin que se les endurezca el corazón cuando se comparten en redes sociales fotografías de Cristos con chubasquero deportivo; se va perdiendo el arte de la prudencia… Pienso que, quizás, viendo el contexto, Dios no haya querido salir a las calles.
Y no todo estuvo mal, ni mucho menos, pero la gestión de la fe creo que necesita voces de autoridad que la reconduzcan hacia las palabras de San Agustín: “buscaba fuera, y estabas dentro”, y luego, por supuesto, ya preparados, hagamos la fiesta, que la exaltación del teatro pasionista es goce si emana desde el Evangelio. “Hoy has vuelto y en voz baja te nombro; / se abandonan a Ti los ojos míos. / Juntos, solos, vivimos en la lluvia”: no pudo describirse mejor esta Semana Santa que en estos versos de García Nieto. Vale.