Cuando la luz del faro que guía el camino se apaga, los problemas tarde o temprano acaban apareciendo. Sirva esta metáfora para ejemplificar el momento de juego que atraviesa el Betis para centrar la atención en el futbolista verdiblanco que, junto a Rubén Castro, más brilla en el panorama nacional. O mejor dicho, que brillaba.
Y es que si la temporada pasada la rutilante joya de la cantera en ciernes de conveertirse en un gran jugador se consagraba en el marco futbolístico de los centrocampistas con más talento de ‘La Roja’, su rendimiento ha ido creando ciertas dudas conforme avanzaba el campeonato.
Desde el mes de octubre, su concentración con la Selección Española y el virus estomacal que padecería unos días más tarde le privaron de poder jugar con regularidad en el conjunto bético. Se trataba de su primer bache. A pesar de ello, en determinados partidos fue capaz de sacar lo mejor de sí aun no estando al nivel que todos esperaban y metió goles a la postre decisivos en el resultado final del partido; léase la noche frente al Real Madrid.
No obstante, los ‘cantos de sirena’ reflejados en intereses de varios clubes importantes para hacerse con sus servicios y los condicionantes que no terminaban por concretar su renovación por el Betis; comenzaron a sedimentar un desconcierto en el futbolista.
En las victorias, dejó de ser el baluarte imprescindible para Mel. Sale casi a amarilla cada dos partidos y el cansancio le lleva a errar en pases sencillos. ¿Saldrá del bache?
