Con el mejor sabor de boca posible se marcha el Betis al parón liguero, después de vencer al Rayo Vallecano a domicilio y terminar con largos años de sequía victoriosa en Vallecas.
Mel, ante la ausencia de Joaquín, dio entrada a Rennella y dispuso un equipo bastante aguerrido aunque sin renunciar a la imaginación en mediocampo.
Béticos y vallecanos arrancaron el partido con igualdad máxima e imprecisión en los pases, sobre todo por parte de los locales, algo que aprovechaba el conjunto verdiblanco para lanzar ofensivas con cierto peligro; sin hacer sufrir a Adán demasiado.
La presión del Rayo bajó y tras la ocasión del ariete franco-italiano del Betis que repelió Toño con los pies; el tanto visitante llegaría de la mano del jugador que menos se podía esperar.
Corría el minuto 20 cuando un balón robado en la zona defensiva heliopolitana por Westermann, era trasladado por el propio futbolista alemán durante metros, apertura en banda a Rubén Castro incluida, que el canario cedía por delante de la zaga madrileña de nuevo a Westermann, quien alojaba la pelota dentro de las mallas con la tranquilidad y clase de un verdadero delantero centro nato.
El gol sentó como un jarro de agua fría al cuadro vallecano y asentó el partido en favor del equipo de las trece barras, aunque sin crear más oportunidades contra los pupilos de Paco Jémez, que querían pero no podían.
Al descanso, la ventaja mínima en el marcador de Vallecas propició que el bloque bético ganara en confianza con vistas a la segunda mitad.
Tan solo los lanzamientos de falta de Bebé inquietaban algo la meta verdiblanca.
No había dominador claro de la situación pero los errores se penalizaron y mucho. Y fue así como le robó la cartera Cejudo a Zé Castro, quien pudiendo resolver por él mismo la ocasión; cedía inteligentemente el esférico a Rubén que sin marca, ajustaba la pelota cerca del palo izquierdo y ponía el 0-2 en el luminoso del estadio ‘bukanero’ en el minuto 61 de la segunda parte.
Incluso con los tres puntos en la mano, el Betis no renunció a la portería adversaria e introdujo más madera. La salida de Joaquín reactivó ofensivamente a los verdiblancos y a punto estuvo el portuense de cerrar el partido con goleada pero sus dos regates prodigiosos no se completaron con un disparo manso que se estrelló en el poste.
Firme y sin conceder oportunidades al Rayo, los de Mel supieron administrar el tiempo a su favor hasta el final.