Indescriptible. Alucinante. Sobrenatural. Pónganle el adjetivo que consideren oportuno a una entidad cuya historia, continúa progresivamente escribiéndose con letras de platino, para el delirio del sevillismo. Quien no deja de celebrar un título tras otro como si fuese el pan nuestro de cada día.
Un nuevo hito en los anales del Sevilla que no careció de momentos delicados, como el vivido en la primera mitad del choque, donde se pudo contemplar a un Liverpool superior en juego e intensidad, dominando a su antojo un partido que tenía controlado.
Así las cosas; y viendo como al colegiado del envite se le escapaba señalar una pena máxima a su favor, el esfuerzo y la posibilidad ante la portería adversaria de focalizar todo esa situación en situaciones de peligro claras, le otorgaría la enorme satisfacción de cantar el primer tanto de la noche en Basilea, gracias al colocado disparo que Sturridge convertiría en gol cuando se cumplía el minuto 35.
Con el resultado por delante y la confianza del que se sabe ganador, ambas escuadras embocaron el pasillo que llevó hasta los vestuarios, donde las páginas del libro europeo que ya se preparaban, darían un vuelco total.
Las tornas se cambiaron y el viento viró por completo en cuanto el árbitro acariciaba el silbato y daba rienda suelta a un Sevilla, que en menos de 30 segundos, trenzaría con la velocidad que le caracteriza, una jugada excepcional, cuyo ejecutor de la obra, Kevin Gameiro culminaría, rubricando el empate en el luminoso del Saint Jakob Park.
Desatada la locura en la ingente afición sevillista que se había desplazado hasta la capital suiza, lo mejor de la final para los nervionenses, estaba a punto de llegar, para desgracia del público inglés asistente.
El nombre propio de la finalísima, sin duda, por sus goles anoche y la gran implicación que desde su fichaje por el Sevilla ha tenido siempre, se denomina Coke Andújar.
Pero el fútbol no comprende de individualidades y como colectivo, se fraguó un tanto, cuya estética desde el arranque hasta su resolución, terminó por dinamitar psicológicamente al contrario y elevar a los altares, a un jugador que con su lanzamiento certero, obtendría la recompensa tan ansiada.
La luz divina del fútbol iluminaba con justicia a los rojiblancos, mejor plantados en el campo durante la segunda parte del choque y con el enfoque determinante del campeón que aunque noqueado, se levanta una y otra vez hasta alzarse con la victoria.
Pues este Sevilla, muy lejos de desinflarse ante la adversidad, resucita en busca de una simbiosis en espíritu y alma. La que construye cada semana a base de casta, coraje y el amor al balón, como instrumento para conseguir lo que se proponga.
Y como colofón final. Allá por el minuto 70 de partido, la guinda del pastel la pondría una vez más Coke. Quien dentro del área pequeña y sin que ningún defensa le molestase a su alrededor, cruzaría la pelota al fondo de las mallas británicas, certificando por tercera ocasión consecutiva, el premio a un trabajo con todas las letras en mayúscula.
Un gozo sin parangón que inundó al sevillismo hasta altas horas de la noche, en Basilea y en la capital andaluza.
Pentacampeones de la Europa League. Y como reza el rico proverbio español; lo que te rondaré morena.
- Ficha técnica:
1 - Liverpool FC: Mignolet; Clyne, Lovren, Kolo Touré (Benteke, m.83), Alberto Moreno; Can, Milner; Lallana (Allen, m.73), Firmino (Oriji, m.69), Coutinho; y Sturridge.
3 - Sevilla FC: David Soria; Mariano, Rami (Kolodziejczak, m.77) Carriço, Escudero; N'Zonzi, Krychowiak; Coke, Éver Banega (Cristóforo, m.92), Vitolo; y Gameiro (Iborra,m.89).
Goles: 1-0, M.35: Sturridge. 1-1, M.46: Gameiro. 1-2, M.63: Coke. 1-3, M.70: Coke.
Árbitro: Jonas Eriksson (Suecia). Amonestó a los jugadores del Liverpool Lovren (m.30), Origi (m.72) y Clyne (m.94), y a los del Sevilla Vitolo (m.56) y Mariano (m.83).
Incidencias: Final de la Liga Europa disputada en el estadio St. Jakob Park, que se llenó con unos 35.000 espectadores, con amplia mayoría de seguidores del equipo inglés.