El fútbol canchero argentino tiene un correlato en las plazoletas y los campos de tierra españoles con el descarado de 'cachitas' (caños), quiebros, cambios de ritmo y ese punto insolente que define el juego del medio del Real Betis Dani Ceballos que está impresionando en la Eurocopa sub-21 de Polonia.
La exhibición ante Italia, con un enorme despliegue físico, un repertorio inverosímil, una eficacia abrumadora en el pase y una capacidad de provocar tarjetas en el contrario, sólo puede sorprender a quien no ha seguido la evolución exponencial de este jugador que el próximo agosto cumplirá 21 años y que ha 'explotado' este año en el conjunto bético.
De estatura media (1,76), Ceballos basa su fútbol en su capacidad de sacrificio, que permite su omnipresencia por la zona de recuperación y creación y que, en determinada medida, se le pueda encuadrar en esa categoría que los italianos definen como 'postino' (cartero), como fue bautizado en la Juventus de Turín Luis del Sol.
Pese a que le gusta conducir con el balón pegado al pie, lo que le hace 'recibir' bastante estopa de los contrarios, el utrerano no es egoísta; y pese a que las filigranas pudieran parecer supérfluas, en la mayoría de las veces buscan la verticalidad y el pase, como bien se pudo comprobar anoche en el Cracovia Stadium, cuyo público no dejó de sorprenderse ante cada acción del futbolista bético.
Dani Ceballos no es un caso aislado en un fútbol, como el sevillano, en el que han abundado ejemplos de jugadores desprejuiciados con un balón en los pies y un contrario del que deshacerse, como los sevillistas Enrique Montero, Reyes o Moisés; o los béticos Rogelio Sosa o Gabino Rodríguez, entre otros muchos.
Ceballos, que se ha colocado con su juego en el punto de mira de los grandes, es hoy por hoy el jugador franquicia del Real Betis, quien pretende construir el proyecto de su próxima temporada con Quique Setién en el banquillo en torno a la figura de este centrocampista que no ha hecho más que crecer en este ejercicio.
Pese a que este año lo comenzó como el de su consagración, sin embargo las cosas se le torcieron muy pronto al dejar de contar para el entrenador uruguayo Gustavo Poyet, quien lo condenó a un ostracismo del que sólo salió cuando el charrúa fue sustituido por Víctor Sánchez y éste le dio los galones al de Utrera.
El mediocentro, campeón de Europa en Grecia con la selección sub-19 y que debutó con diecisiete años en el Betis en 2014, respondió desde ese mismo momento con implicación y juego y la titularidad y la confianza hicieron que pronto se convirtieron en el faro del centro del campo bético.
Pese a los malos momentos en el Betis, Dani Ceballos nunca dejó de contar para el seleccionador sub-21, Albert Celades, y ello fue uno de los soportes para que el '10' bético no dejara de creer en sus posibilidades pese a la suplencia y las no convocatorias en su club.
El centrocampista terminó la pasada temporada con 30 partidos jugados y dos goles anotados y, con la maquinaria engrasada y la confianza a mil, ha afrontado la Eurocopa sub-21 de Polonia junto a una generación de futbolistas que está asombrando por su seriedad táctica, su descaro futbolístico y su eficacia ante el gol.
Junto a Marcos Llorente, Saúl Ñíguez, Marco Asensio o Sandro Ramírez, Dani Ceballos ha sacado lo mejor de sí para llevar a la selección sub-21 a la final de la Eurocopa y, además, para dejar la impronta cierta de que el relevo de los mayores está plenamente garantizado.
Lo que no está garantizada, sin embargo, es la continuidad del centrocampista en el Betis por lo asumible de su cláusula de rescisión de 15 millones de euros, que ha hecho de clubes grandes de Europa pongan sus ojos en el medio de Utrera, quien por su parte ha insistido que su futuro se decidirá cuando termine la Eurocopa.