El proyecto del nuevo campo de Mestalla, cuyas obras están paralizadas desde hace más de diez años, se ha vuelto a estancar tras el paso atrás para acabarlo que se ha producido en la última propuesta, una de las que había ofrecido más muestras de viabilidad en los últimos tiempos.
Este domingo, el club anunció que había dado por finalizado el periodo de exclusividad para la venta de los terrenos del actual campo de Mestalla que disfrutaba la empresa ADU Mediterráneo, con la que había alcanzado un acuerdo en los primeros meses de 2019.
Esta empresa propuso entonces una oferta de 113 millones por el solar del actual campo, donde pretendía construir casi quinientas viviendas. La venta se había convertido en la condición indispensable para retomar las obras.
Durante un año, la de ADU ha sido la opción con más aspectos concretos respecto a las planteadas anteriormente, con acciones dirigidas a las ventas de pisos e informaciones sobre los pasos que se daban al respecto.
El club ha explicado que ahora se analizarán varias alternativas, incluidas las que pueda presentar ADU, con la idea de reanudar las obras, mientras el presidente, Anil Murthy, insistió en la idea de acabar el campo y admitió que el proceso estará condicionado por el escenario económico surgido como consecuencia de la crisis de la COVID-19.
Hace menos de un año, se había abierto un panorama que hacía pensar en que el nuevo Mestalla pudiera estar operativo en la campaña 2022-2023, quince años después de la colocación de la primera piedra, en 2007.
Desde hace quince años se han barajado numerosas opciones, se han fijado fechas para la finalización de las obras y se han presentado diversos proyectos, pero todos se han diluido, aunque el más recientes generó menos dudas que otros anteriores marcados por los incumplimientos.
El estadio, actualmente poco más que un esqueleto, ha vivido un particular "día de la marmota" desde que en febrero de 2009 se anunció, por sorpresa y de un día para otro, que no había liquidez para afrontar su construcción.
El sueño inicial de Juan Soler, presidente que propuso la idea de un nuevo campo, pasaba por acoger la final de la Liga de Campeones de 2011.
Posteriormente todos los presidentes, Vicente Soriano, que interrumpió las obras, Manuel Llorente y Amadeo Salvo, así como la actual propiedad encabezada por el empresario Peter Lim, han dado muestras de querer reanudarlas, pero éstas siguen paradas.
De entre todas las posibilidades barajadas, la que se mantuvo más tiempo en el candelero fue la de la coincidencia de la inauguración del nuevo campo con el centenario del club, celebrado en marzo de 2019.
Durante la última década, el debate recurrente ha estado condicionado por vicisitudes políticas, negociaciones con las instituciones, deterioro material de lo ya construido e incapacidad económica para afrontar los trabajos.
Por otra parte, en el día a día del valencianismo nunca ha estado presente un deseo especial por cambiar de estadio dado el valor emocional y simbólico del actual Mestalla que, con toda seguridad, cumplirá un siglo de existencia en activo.
Fue inaugurado en 1923 y parece improbable que en 2023 haya dejado de acoger partidos, ya que a las dificultades existentes hasta el momento se une la incertidumbre económica suscitada tras la pandemia del coronavirus.
Todo hacía pensar en que con la última opción se había visto la luz al final del túnel, pero el proceso de conclusión del nuevo estadio se encuentra nuevamente ante la línea de salida, mientras Anil Murthy señaló que se buscan opciones más allá de la recuperación y la vuelta a la normalidad en la economía.
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El nuevo Mestalla vuelve a estancarse
El proyecto del nuevo campo de Mestalla, cuyas obras están paralizadas desde hace más de diez años, se ha vuelto a estancar
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