icen que la Historia se mueve como el péndulo de un reloj y el Barcelona ya es un ejemplo de ello
Dicen que la Historia se mueve como el péndulo de un reloj y el Barcelona ya es un ejemplo de ello al dibujar en este 2020 una situación semejante a la del 2003: resultados indignos como el de ayer sábado en Cádiz, presidente provisional con gusto por el cargo, economía gelatinosa y unas elecciones a la vuelta de la esquina.
La distorsión que arrastra la clasificación a causa del golpetazo de la pandemia, con el Barça con uno o dos partidos menos que la mayoría de los otros equipos, agrava la debacle azulgrana en Liga: séptimo después de 10 jornadas disputadas.
Pero el coronavirus no sirve de excusa para justificar los 12 puntos que ahora mismo le saca el Atlético de Madrid, el líder de la competición, el cual ha disputado los mismos encuentros que el conjunto de Ronald Koeman.
Y los partidos pendientes tampoco explican que este sea el peor arranque de Liga del Barça desde que el vencedor de un partido suma tres puntos, cambio que sucedió en la temporada 1995-1996. Los de Koeman tan solo han logrado 14 puntos después de 4 triunfos, 2 empates y 4 derrotas.
Ni el Barça de Joan Gaspart ofreció una marca tan penosa en el primer esprint de la temporada. En 10 jornadas el conjunto catalán ya ha sufrido las mismas derrotas que en las Ligas 2017-2018 y 2018-2019 juntas. Entonces fueron una y tres, respectivamente.
Con Enric Reyna como presidente interino después de la dimisión de Joan Gaspart en 2003, Radomir Antic, sustituto de un Louis Van Gaal destituido a mitad de curso, entrenó a un Barça decadente que tuvo como objetivo la clasificación para la Copa de la UEFA.
Después de una segunda vuelta aceptable finalmente lo logró en la última jornada, disputada ya en el mes de junio, con un Joan Laporta pletórico en el palco tras vencer las elecciones a la presidencia. Así se convirtió en el cuarto máximo mandatario que tuvo el club esa temporada. Entre Reyna y él, Joan Manuel Trayter presidió una Comisión Gestora.
Este curso serán tres los presidentes que habrán gobernado la entidad: el dimitido Josep Maria Bartomeu, el presidente de la Comisión Gestora Carles Tusquets y el candidato ganador de las elecciones del 24 de enero del 2021.
La noche del 22 de junio de 2003, el Barça venció 2-0 ante el Celta de Vigo con goles de Sorín y Saviola en un Camp Nou que tan solo congregó a 48.557 espectadores.
Los dos conjuntos se quedaron con 10 jugadores en el minuto 26 (fueron expulsados Kluivert y Ángel) a causa de una tangana. Se certificó la cuarta temporada consecutiva sin títulos para el equipo azulgrana.
Antes de esa clasificación ligeramente alegre para la entidad la Liga 2002-2003 tuvo debacles caprichosamente parecidas a las de Cádiz o Getafe de este curso, sobre todo encajonadas entre los meses de diciembre, enero y febrero.
Un 1-0 ante el Rayo Vallecano, un 0-3 ante el Sevilla (el que acabó con la pañolada que Gaspart aguantó solo en el palco) y un 2-4 ante el Valencia fueron los primeros platos, que tuvieron como postres un 2-0 ante el Celta de Vigo que le costó el cargo a Van Gaal y un 3-0 ante el Atlético de Madrid con Toño de la Cruz como entrenador provisional.
Entonces un tal Andrés Iniesta empezaba a deslumbrar en medio del horror de manera similar a la que ahora demuestra Pedro González 'Pedri', quien ante el Cádiz salió tras el descanso, pero no pudo darle la vuelta a la situación.
En tierras gaditanas, el sólido Lenglet se convirtió en vaporoso huérfano del refugio de Piqué, Jordi Alba revivió fantasmas de Anfield y Coutinho volvió a ejercer de burócrata prescindible. Ninguno de estos jugadores, como el resto de sus compañeros, cobrará en el mes de enero porque el Barça no tiene dinero para pagar las nóminas.
A pesar de todo, el panorama no es suficientemente pavoroso para ahuyentar el afán de poltrona de los nueve precandidatos dispuestos a dirigir la entidad durante los próximos seis años (en 2003 seis candidatos superaron el corte de las firmas).
La buena noticia para el Barça es que el péndulo del reloj jamás deja de moverse si hay alguien dispuesto a darle cuerda.