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Viernes 08/11/2024
 

El Condado

Hansel y Gretel se hacen rocieros

Por obra y gracia de los 2.000 kilos de chocolate que cubren una superficie de 60 metros cuadrados

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Hansel y Gretel se hacen rocieros.

Hansel y Gretel se hacen rocieros.

La ermita, la Virgen, la arena, las casas… Todo hecho de chocolate. Es el dulce milagro que se puede ver en la fábrica de La Estepeña, de donde salen cada año millones de mantecados y polvorones, pero que cuenta, además, con un museo donde la Ciudad de Chocolate es uno de sus principales atractivos.

Más de 200 años después de que los Hermanos Grimm contasen la historia de Hansel y Gretel, los hermanos extasiados ante una casa hecha por completo de chocolate, en la fábrica situada en la calle Almendra de Estepa se puede ver una impresionante reproducción del traslado de Nuestra Señora del Rocío desde su ermita a su pueblo, por obra y gracia de los 2.000 kilos de chocolate que cubren una superficie de 60 metros cuadrados.

Los detalles los explica a EFE José Galván, que a sus 78 años se define a sí mismo como “el emérito” de la fábrica, el nieto de los creadores y tercera generación de una empresa nacida en 1855 como una pequeña confitería, y que hoy día produce mantecados y polvorones con el equivalente cada año a una piscina olímpica llena de chocolate o 300 campos de fútbol plantados de cereales.

Galván cita que, hasta ahora, se han reproducido en chocolate París, Londres, Venecia o Roma, y este año, tras ser El Rocío la última protagonista, se repite escenario para volver a la provincia de Huelva, pero ahora escenificando el traslado de la patrona de Almonte, algo que se repite solo cada siete años.

“Llevamos diez años haciendo ciudades, y absolutamente todo lo que estamos viendo aquí, es de chocolate, incluso la arena”, dice Galván, y se detiene a explicar que “primero hay que hacer unos moldes en positivo, después se saca el negativo en plástico y el positivo en chocolate, y se van uniendo unos trozos con otros con chocolate líquido”, hasta lograr el efecto final.

La arena rociera es de chocolate molido y el efecto visual es perfecto, ya que el color se consigue moliendo los granos, hasta culminar en toda la representación un trabajo que dura casi un año, ya que la ciudad de chocolate se comienza a trabajar en febrero, se termina a finales de septiembre y abre en octubre, “y cuál será la ciudad del año siguiente es un secreto que solo sé yo y alguien más”, dice.

La aldea rociera en chocolate es una parte más de los atractivos que tiene Estepa cuando llega la Navidad, ya que esta localidad de la Sierra Sur sevillana vive por y para los mantecados y polvorones durante todo el año, con medio centenar de puntos de venta directos al público, un turismo navideño que hace que sus calles se llenen de gente en cuanto termina el verano y comienza a oler a ajonjolí en sus cuatro costados.

El Consejo Regulador de las IGP Mantecados y Polvorones de Estepa, que agrupa a la mayoría de las fábricas, protege y difunde una marca que tiene exponentes como Enrique Moreno, donde se puede ver una impresionante reproducción del transatlántico RMS Titanic navegando en un mar de miel entre edificios y monumentos representativos de varios países del mundo.

Como portavoz de la empresa, Mari Carmen Moreno explica que la gente “sale impresionada” de ver la obra del artista local Álvaro Romero, de la empresa Choco Expo, que empleó más de 120 horas para la realización del proyecto y 2.800 en la ejecución para las 3.634 piezas que la componen y 820 para su puesta en escena, con 1.560 kilos de chocolate, 50 de frutos secos y 200 de miel.

“Cuando lo ven nos felicitan, porque no se esperan que esta obra de arte esté aquí”, y añade que, en la fábrica, “hemos tenido mucho olor a chocolate durante la elaboración”, con los tres tipos de este producto, negro, blanco y con leche, empleados para conseguir el efecto final.

Por cierto, que si se quiere visitar, el efecto navideño en el pueblo está más que conseguido, ya que en Estepa se puede disfrutar ya del alumbrado típico de las fiestas, con 50.000 bombillas distribuidas por sus calles y un olor en el ambiente que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad algún día.

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