El coro de Lucía Pardo vuelve por sus fueros con un tipo de muñeca que desborda simpatía y calidad por los cuatro costados.
El primer tango, y más con el nombre que da al tipo, comparan a Cádiz con una niña a la que agradece su historia y su forma de ser.
En el segundo, otra muñeca bien diferente, el negocio infantil con la vergüenza de la pequeña Nadia y su patética realidad paternal. Juegan y dan vida a lo largo de un repertorio alegre con tipismo.
Unas gaditanas que abren la noche y que se llevan la primera ovación merecida con el público en pie.