Bajo de Guía, ocho y media de la tarde. Es la puerta de entrada hacia el templo de la gastronomía. Locales y forasteros pasean por un oasis privilegiado. Un cuadro pintado por los dioses, bañado por unas aguas que vienen a morir desde Cazorla y frente a la joya de la corona de nuestro patrimonio natural, Doñana. En ningún otro lugar del mundo encontrarán algo parecido en apenas cien metros de paseo. A su vez, observo apenado un contraste que es el
fiel reflejo de un problema crónico. Una imagen que es inaceptable para la puerta de acceso a este buque insignia.
El hedor que desprenden los contenedores es insoportable y la ola de calor no contribuye a mejorarlo.
La
falta de limpieza es un problema de primer orden que Sanlúcar de Barrameda lleva años arrastrando, pero también se ha convertido en la
gasolina que aviva el fuego del recién estrenado bipartito IU-PSOE. El desafortunado comentario de una de las delegadas de Carmen Álvarez en Facebook ha sido el primer dolor de cabeza para la nueva alcaldesa. En este, la concejala Elena Ramírez
acusaba a los trabajadores del servicio municipal de limpieza de “no doblar el espinazo” y les culpaba de la situación generada. Por esta razón,
la plantilla llegó a manifestarse a las puertas del Ayuntamiento contra el nuevo gobierno apenas una semana después de tomar posesión.
Desde el colectivo de trabajadores aseguraban que la situación venía derivada de “una mala organización y desconocimiento de la situación del servicio”, a la vez que denunciaban deficiencias en los recursos y condiciones “pésimas” de trabajo. A la concentración frente al Palacio Municipal salió a mediar la propia Álvarez.
Un gesto valiente a pesar de que horas antes cerró filas en torno a su concejala argumentando que “es más buena que el pan, pero en esta vida a veces nos equivocamos”.
Lo hizo en su primera entrevista como alcaldesa, concedida a
Radio Esquina, y en la que curiosamente
pudimos verla dudar sobre el reparto de delegaciones acordado con el PSOE. Un decreto de estructura que llega con retraso en comparación con otros ayuntamientos del entorno y que no pudimos conocer de manera definitiva hasta este miércoles -once días después de la investidura-, lo que
deja entrever la dificultad en el entendimiento entre ambas formaciones.
Los comienzos nunca fueron fáciles y los patinazos a veces son inevitables, pero lo cierto es que no hace falta usar una lupa ni esperar a un comentario fuera de lugar para ser conscientes de que el servicio municipal de limpieza lleva años fallando y que debe dar un vuelco.
Este será el gran examen al que tendrá que presentarse la coalición y el que podrá dar algún sentido a la entrada de Izquierda Unida en un gobierno de dieciséis años de PSOE al que tanto criticó. Los sanluqueños lo merecemos, pero la imagen que proyectamos hacia el exterior aún más. La población flotante no para de crecer, el turismo y la hostelería no dejan de crear empleo y la ciudad no puede esperar un solo minuto más.