La asamblea racinguista resultó ser más extraordinaria que esperanzadora para los que fueron en la búsqueda de respuestas concluyentes. Imágenes que sirvieron para entender y dar sentido y forma al trasfondo de movimientos, ante la marejada de tendencias y opiniones opuestas radicalizadas en los últimos tiempos.
La excepcionalidad por cuanto a lo trascendental de la firma del convenio y por ende en la viabilidad de la entidad, dejó otras cuestiones. Claves y nimias que fusionadas, ejercieron para diferenciar, aún más, las desavenencias en el muro intransigente que separan a unos y a otros.
El ambiente enrarecido y turbio no impidió a que se produjera un encuentro en el que se
ofertaba romper la filialidad entre el Racing y el Recre, para una posterior vinculación a un precio de 1500 euros mensuales. Dinero que debía salir del Recreativo Portuense, según recogía dicho documento, por el uso de las instalaciones.
El ofrecimiento, ni que decir tiene, no gustó a la cúpula del Recre, al entender que el lugar, la ocasión y el momento no era el más apropiado por todo lo que había en juego, ante una asamblea que se iba a celebrar minutos después de una trascendencia máxima.
La labor de cantera y la aportación deportiva, con la subida de distintos jugadores que han ido rotando y que incluso han debutado en el primer equipo, no han resultado, temporadas después, ser del todo convincente para seguir manteniendo dicha vinculación.