“No me voy, solo me echo a un lado”. Ángel Quintana muestra toda una declaración de intenciones en su despedida, en una dimisión que le ha llevado después de tres años intensos, no sin sobresaltos. Su paso al lado deja sin cerrar cuestiones que necesitan, ahora, de un esfuerzo para agilizarlas o normalizarlas y en el mejor de los casos finiquitarlas. Trabajo hay por delante.
La experiencia de Ángel Quintana ha sido tan infructuosa como extensa. Controvertido y polémico por momentos, ha acabado devorado por las circunstancias y aunando inconformismo por igual a los de fuera (la oposición) y a los de dentro (su partido).
Su estreno en la política fue sin duda su mejor experiencia -con números en la mano-en estos tres años de Gobierno, al ser el encargado de la campaña socialista y conseguir los mejores resultados, los que a la postre servirían para alcanzar la Alcaldía. En su balance de gestión, los datos hablan por sí mismo en un cambio constante en el canje de cromos realizados en las dos reformas obligadas llevadas por el equipo de Gobierno municipal.
En el recuerdo, el vídeo promocional de Turismo llevado a Fitur 2016 en el que la oposición en bloque reclamó retirar y sustituir por no reflejar “el verdadero espíritu de la ciudad y de los portuenses”, por sus tonos grises, sus paisajes vacíos, y porque “más que vender los atractivos de la ciudad, los daña, y encima con una historia de fondo bastante inapropiada y que toca asuntos muy sensibles” como era el reparto patrimonial con un divorcio de por medio.
A su paso por Comercio, el también dimitido Gonzalo Ganaza llegó a reconocer que Quintana es “un auténtico desastre, lo pongan donde lo pongan” tras la inauguración de las denominadas Fiestas Patronales y de la Vendimia. Para Millán Alegre, “Quintana demostró que es incapaz de decir la verdad ni al médico, cuando por enésima vez desde que ha llegado al Gobierno han salido personas o colectivos a desmentirle públicamente, esta vez las coquineras a quienes les prometió una carroza y luego ni sabía ni se acordaba”.
En Urbanismo se ha encontrado con las demandas de actuaciones concretas para un plan de rehabilitación que no llega ni se define y por el interminable Pepryche. La regulación de las Áreas de Regularización (ARGs) volvió a mostrar un interminable rosario de estudios y valoraciones que se pierden en el tiempo y en los cajones.
Ni que decir tiene que la gestión sobre la explotación de la Plaza de Toros ha sido la puntilla tras un pliego de condiciones tardío, controvertido y a la baja y sacado en segunda y con una empresa que aguarda la oportunidad de firmar un contrato. Finiquitando junio aún se desconoce unos carteles anunciadores para la temporada taurina y veraniega, por más que se intente aplacar la incertidumbre al reconocer que están ya listos a falta de oficializarlos.
El contrato de explotación que unirá a la empresa Reyma Taurino SL por un plazo de dos años, prorrogable uno más, y un canon anual de 20.000 euros no sujeto a IVA, se firmará definitivamente la próxima semana, según ha podido conocer este medio. Una rúbrica que se ha espaciado en el tiempo y que había provocado la lógica incertidumbre ante una temporada veraniega en la que se desconoce cuál será su recorrido.
Medidas en Impulsa
En su actuación en Impulsa El Puerto acometió una reestructuración que conllevó el despido de buena parte de la plantilla en un ente que a lo largo de los años ha padecido la sangría y convirtiéndose en la sombra de lo que fue. En su gestión menos polémica, destacar en su haber la puso en marcha el Mercadillo Solidario o la Muestra de la Cerveza Artesana.