Se nos dijo que el coronavirus -la pandemia y sus consecuencias- nos haría más fuertes y mejores. Habría que precisar más en encontrar fielmente a qué acepciones en sí se referían en esas lecciones que de ellas íbamos a sacar.
Con el levantamiento del Estado de Alarma lo que fue la mano tendida se ha convertido en una oposición frontal en el que cualquier motivo es suficiente para elevarlo a la categoría de crisis y de cisma. Da igual un presupuesto que una noria. Todo es choque.
En un estado excepcional por la eventualidad de los casos a los que vamos enfrentándonos en el día a día, El Puerto intenta hacerse referente y baluarte. En ello está. La apuesta ha sido decidida y valiente. Bien diferente son las cuestiones que hacen valorar si el camino tomado es el más conveniente.
Eso lo marcará el tiempo en su balance final. Apostar por explotar la coyuntura actual para posicionarse es tan lícito como necesario a tenor del varapalo económico que se nos viene encima.
Quedarse a esperar a que el virus se vaya como vino y poner la mano hasta que el grifo entre en sequía, es cuanto menos peligroso e ineficaz. Eso sí, si el Ayuntamiento, el Gobierno local, insiste que la ciudad es sobre todo segura y recepcionista del mejor verano posible, debe no solo ajustarse a las palabras que pronuncia su alcalde.
El liderazgo está bien para marcar el camino, pero debe rodearse de personas que también sepan estar a la altura y entonen el micro para apaciguar las críticas que desde la oposición se marcan. Hemos caído en explicar desde un cómodo despacho y bajo una nota de prensa los graves problemas como si la oficialidad fuera la comunicación más transparente y efectiva. La crisis en los mandos policiales, los socorristas y los auxiliares de playas necesitan de algo más que un “estamos en ello”.