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Sábado 16/11/2024
 

El Puerto

“Sin toros no hay paraíso”

Una oreja para Ponce, Morante y Aguado. Con el máximo aforo permitido por las autoridades sanitarias a causa de  la pandemia del COVID 19

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Plaza de Toros de El Puerto, con el máximo aforo permitido por las autoridades sanitarias a causa de  la pandemia del COVID 19, cumpliéndose en todo momento las medidas de precaución y siendo informado el público de las obligaciones exigidas, se han lidiado seis “virus”  de la “pandemia”  de Juan Pedro Domecq, para Enrique Ponce (rosa palo y oro): ovación y oreja; Morante de la Puebla (barquillo y azabache con los pechos bordados): oreja y silencio; y Pablo Aguado (de añil y oro, que hacía su presentación como matador de toros en esta plaza): oreja y silencio. Incidencias: se desmonteraron en el tercer toro Iván García y Pascual Mellinas.

 Antes del comienzo del festejo se interpretó por la Banda de Música “Maestro Dueñas” el himno de España; tras este patriótico inicio sonó el pasodoble “Gallito” en lugar de “Toros en El Puerto” (pasodoble que hace años es habitual en el  despeje de Plaza portuense); al romperse el paseillo  guardó un minuto de silencio, bajo las notas del toque de oración, por las victimas del COVID 19. Pero lo bello de este comienzo musical no coincidió con la “música enlatada” que la megafonía de la plaza puso cuando los toreros abandonaban el ruedo, os aseguro que sonaba a  “plaza de pueblo”, IMPERDONABLE detalle.

Enrique Ponce:

No pasan los años por el maestro de Chiva, además el terno que hoy escogió para lucir en El Puerto le hacía parecer,  aún más, a aquel joven que por primera vez pisó el dorado albero de la Plaza Real el 27de julio de 1991.

En su primer toro le molestó mucho el levante, ¿cómo habrá conseguido Eolo una localidad para la corrida de hoy?. Ponce anduvo aseado con un animal sin “chicha ni limoná”.  Tras un pinchazo cobró una estocada de la que salió prendido sin consecuencias y que le valió una ovación del respetable.

En su segundo toro, impropio por su trapío para un ruedo de 60 metros de diámetro y que gracias a su pelo jabonero se “camuflaba” con el color del albero, el maestro valenciano realizó una faena a media altura sin exigirle en demasía al “animalito”     que nació en “Lo Álvaro”. Faena de torero técnico al son del “Concierto de Aranjuez” y que remató con sus típicas “poncinas”. Tras estocada le fue concedida una oreja.

Morante de la Puebla:

Venía con ganas el “genio de la Puebla” hoy al Puerto. En su primero meció los brazos con gusto a la verónica con tres lances que hicieron levantar al “enmascarado” público.  A su primer toro lo pulseó con unas tandas cortas haciéndole que se fijara en la pañosa. Con el secreto de llevar la cara el animal muy tapada logró sacar faena por ambos pitones tratando en todo momento alargarle las embestidas. Tras una estocada cortó una oreja.

Pero no pudo hacer nada con el quinto de la tarde, un toro con bonitas “jechuras” pero de nulo juego que no permitió al torero lograr el triunfo que tanto anhela en esta Plaza. Una vez más el “gordo” de la lotería morantista no ha caído en El Puerto…, suerte para el año que viene.

Pablo Aguado:

Hacía hoy su presentación en El Puerto el diestro sevillano, tras su ausencia el año pasado causada por una cornada. Sin duda alguna ha demostrado que es una de las grandes apuestas que la afición tiene para mandar en éste difícil Mundo del Toro.

A su primer cornúpeta lo lanceó por verónicas hasta los medios a pesar del viento. Tras entrar el toro en el caballo le realizó un elegante quite por chicuelinas. Con la franela le dio tiempo entre tanda y tanda al “juanpedro” consiguiendo que rompiera en una faena larga en las que brilló el toreo al natural. Por el pitón derecho también logró buenos pases que hicieron entrar en ebullición al público. Tras un pinchazo logró una estocada que le valió cortar una oreja.

El sexto de la tarde, que en los corrales era “la niña bonita”, rompió a malo tras el puyazo. Resultó ser un toro reservón y con querencia a tablas. Aguado no tuvo suficientes mimbres para hacer el canasto que tanto él como los aficionados deseaban. 

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