Dicen las estadísticas que crecemos en número de habitantes hasta en más 4.000. Una cifra considerable para los momentos en los que nos movemos. Curioso que en la frustración de los que quisieron hacer de El Puerto un lugar más populoso para sumar los 100.000, haya sido finalmente un virus y en la peor pandemia del último siglo, el que se lleve todos los honores.
Me resulta interesante los motivos de ese movimiento y las lecturas que de ello se pueden obtener en este crecimiento sorpresivo. No nos engañemos, El Puerto por la situación coyuntural actual y futura le queda aún camino por recorrer para recuperar el terreno perdido, aún así, seguimos siendo un sitio privilegiado como destino de miles de personas, y todos no pueden estar equivocados. No hay muchas poblaciones que hayan tenido un crecimiento tan marcado, y eso guste o no es un dato objetivo.
En esa pretendida desestacionalización turística, sin pretenderlo, nos vemos obligados, ahora, a adaptarnos más rápido si cabe en nuestro día a día en la que el turista se hizo residente, siendo tan loable como consecuente de responder por parte del municipio. Hay trabajo por hacer. Más personas son más servicios a dar, más recursos a ofrecer, porque el teletrabajo ha venido para quedarse en una ocasión de reinventarse.
Que en El Puerto se vive bien es notorio, que necesita cambios y que urge de mejoras, es cierto; también es evidente. Nada que no demande otros lugares. No hay ciudad en el mundo que sea perfecta. Ninguna. Como es la capital del Reino, donde otrora era el paraíso celestial y lugar de bondades y magnificencia, circunstancias de la vida, se da cita el mayor foco de contagio de toda Europa. Sí, de Europa. Y donde la versión de Caín y Abel retrata la degradación capitalina en forma de sectarismo político.
En la tormenta perfecta, El Puerto se ha convertido en el oasis para cientos de ellos. Y yo que me alegro que la ciudad sea el destino de cientos de familias, sean de donde sean. Lo importante no es la cantidad, sino la calidad y en eso, háganme caso, no nos gana nadie.
La historia cambia, el futuro para muchos no está en la Castellana, el futuro está en la Muy Noble, Muy Leal y Gran Ciudad de El Puerto de Santa María. El virus nos está cambiando nuestra vida y hasta los dichos más castizos: “De Madrid a El Puerto”.