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En román paladino

Saber perder

Es obligado girar en redondo, recoger el petate y salir de escena

Publicado: 16/06/2021 ·
09:21
· Actualizado: 16/06/2021 · 09:21
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  • Susana Díaz vota este domingo en las primarias del PSOE-A, en Sevilla. -
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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La épica de los perdedores es mucho más enternecedora que la de los ganadores. El que pierde rumia  su desastre y se pregunta por qué ha perdido, se siente agradecido de los leales  que le han acompañado hasta el momento final de la derrota  y cavila si todavía tiene recorrido su trayectoria vital para reemprender un nuevo  recorrido hacia nuevos retos de futuro.  Una derrota comporta distintas posibilidades; puede que  el perdedor siga convencido de sus ideas y de sus postulados, incluso de la manera como  ha conducido sus pasos hasta llegar a ese punto muerto, pero también puede plantearse interrogantes que lo acompañarán perdurablemente: ¿Será un punto de no retorno? ¿Hay posibilidades de remontar el vuelo? ¿Será conveniente una retirada estratégica para volver  cuando la ventana de  oportunidad abra  de nuevo a la puerta? 

Estas reflexiones son  más que probables que se las haya planteado  Susana Díaz tanto en 2017,  cuando,  siendo presidenta de la Junta de Andalucía, optó y perdió   las primarias  para la secretaría general  del PSOE, en Ferraz, frente a Pedro Sánchez,  o cuando -a pesar de ganar las elecciones andaluzas como partido más votado- encabezó la pérdida para el  socialismo andaluz  en 2018  de la presidencia de la Junta de Andalucía,  tras 37 años de gobierno ininterrumpido,  ostentando ella la presidencia. 

Es harto evidente que saber ganar es mucho más fácil que saber perder. El que gana debe protegerse de los que vienen raudos en su socorro. En realidad es  un socorro para sí mismos, no para el ganador, que ya goza de la posición sobresaliente alcanzada tras la competición electoral.  Saber perder conlleva, sin embargo,  mucha  reflexión  porque la autocrítica además de ser  falsa -por autocompasiva-   ya no cambiará nada de lo  fatalmente sucedido.

Tras este tercer percance, es obligado girar en redondo, recoger el petate y salir   del escenario. Ya se sabe que el político no se retira nunca, hasta que lo expulsan del sistema.  Un contratiempo es comprensible, un segundo tropiezo es mas que llamativo, enciende las alarmas y es un aldabonazo difícil  de digerir, el tercer revés ya requiere  de la persona un ajuste de cuentas consigo misma.  El cambio de estrategia ya no vale. Es pura maniobra.  Son los otros los que han dictaminado  la suerte definitiva. “Encubrir los errores -Popper dixit- constituye el mayor pecado intelectual”.

 

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