El pueblo de Haití se unió ayer en oración para despedir a sus muertos en ceremonias religiosas con plegarias, cánticos, lágrimas y manos unidas como símbolo de la esperanza en el futuro y en la reconstrucción del país, al cumplirse un mes del seísmo.
El presidente haitiano, René Preval, hizo un llamamiento a emprender el camino de la reconstrucción durante esta jornada declarada de luto nacional.
“Sequemos nuestras lágrimas para poder reconstruir Haití”, dijo el mandatario, quien invitó a su pueblo a enterrar a los muertos “con dignidad” y a tener “coraje”.
Préval agregó que las palabras no sirven para explicar lo que él ha visto en las calles. “Hay dolor que las palabras no pueden expresar”, enfatizó.
Criticado por sectores que estiman que no mostró suficiente liderazgo tras la catástrofe, el gobernante declaró que su “respuesta” es “seguir con las diligencias para buscar ayuda en el extranjero”.
Preval pidió orar por el restablecimiento del enviado especial de ONU para Haití, el ex presidente estadounidense Bill Clinton, quien fue operado del corazón aunque ya salió del hospital.
El de ayer fue el homenaje póstumo de miles de haitianos a sus seres queridos, a muchos de los cuales no se les pudo enterrar adecuadamente ni ofrecer honras fúnebres porque fueron a parar a fosas comunes.
El terremoto de 7 grados que se registró a las 16 horas 53 minutos y 10 segundos (hora de Haití) del 12 de enero marcó un antes y un después en el país más pobre de América, donde ya se cuentan 217.000 muertos y cerca de un millón de personas viven en la calle.
Fedner, un hombre de mediana edad que seguía hoy una de las ceremonias religiosas subido en una camioneta junto a dos amigos, consideró, en declaraciones a Efe, que este día quedará para siempre en el recuerdo.
“Hoy es un día importante, una fecha que permanecerá en nuestro pensamiento. Este día quedará en la memoria de todos los haitianos”, afirmó.
Bertrand, compañero de Fedner, dijo que esta conmemoración no reemplazará los actos fúnebres que no pudo celebrar para despedir a los familiares que perdió: dos hermanos, una hermana, una tía y un sobrino.
“Esta ceremonia no sustituye a los funerales pero nos hace pensar en cómo estamos viviendo y en que debemos apoyarnos en Dios”, declaró a Efe.
Entre las multitudes que asistieron a las actividades conmemorativas predominaban las ropas de color negro, en señal de duelo, y blanco, propio de los actos fúnebres en Haití, tal como pidió el gobierno, que convocó a los haitianos a vivir en un ambiente de “consenso” los actos de ayer.
El alcalde de Puerto Principe, Jean Yves Jason, insistió también en la necesidad de volver a la normalidad y empezar a construir una capital diferente. “Vivimos un momento de fundación”, declaró el alcalde, quien manifestó que tiene “una responsabilidad muy grande” por “reconstruir la vida, reconstruir la ciudad”.
Durante la ceremonia, retransmitida por las televisiones, el obispo católico Joseph Lafontant destacó el “sentido providencial” de la catástrofe, y sostuvo que “la tragedia puede ser transformada en oportunidad” para “reconstruir un mundo nuevo”.
La ceremonia principal, bajo una carpa profusamente decorada con flores, tuvo lugar en la escuela de Enfermería de la Universidad de Notre Dame (Nuestra Señora), en la zona de Pacot, con la asistencia, además del presidente Préval, de su gobierno, de representantes diplomáticos y de personalidades.