Seis años después de su boda con el Príncipe Felipe, la Princesa Letizia está perfectamente adapatada a la vida en palacio, aunque eso no le ha hecho perder su cercanía con la gente de la calle.
Seis años después de su boda con el Príncipe Felipe, la Princesa Letizia está perfectamente adapatada a la vida en palacio, aunque eso no le ha hecho perder su cercanía con la gente de la calle. Ahora, 'Vanity Fair' desvela los secretos de su rutina diaria, la manera de educar a sus hijas y su relación con Felipe.
Según explica el reportaje que 'Vanity Fair' dedica a los Príncipes de Asturias este mes, Doña Letizia huele a mora, está tan delgada como parece en las fotos y no le importa llevar ropa de cadenas textiles como Mango.
Sus hijas, sin ser conscientes aún del papel que representa su madre en la sociedad española, no se cortan al preguntarle: "Mamá, ¿tú en qué trabajas?". A lo que Doña Letizia responde: "Por España, hija, para tratar de mejorar el país".
Pero añade que, de todas formas, no es ella la protagonista, sino su marido: "No soy nadie, el importante aquí es Felipe". Aún así, ella se esmera para 'demostrar que tiene dos dedos de frente' y no sólo es un complemento del Príncipe: una mujer segura, fuerte y enérgica, que dice lo que piensa.
El entorno de palacio la reconoce como alguien que ha dotado a la realeza de gran sentido de la realidad, debido a su origen plebeyo y su formación como periodista. La Princesa sabe que su trabajo consiste en hacer de correa de transmisión entre los ciudadanos y los altos cargos públicos.
En cuanto a la relación con su marido, no puede marchar mejor. Según cuentan amigas de ella: "Son tal para cual, están todo el tiempo de la mano, mirándose... Nosotros les decimos '¿no os cansais, hijos?'. Y no, no se apaga".
Aunque no todo es de color de rosa para Doña Letizia: "Alguna vez ha podido decir '¡Qué duro es esto!', pero lo ha superado por el amor que tiene por este señor. Le admira profundamente, le quiere con locura, cree que es inteligentísimo".