Tras una accidentada jornada por las fuertes lluvias en la zona donde las FARC habían citado a la misión humanitaria, liderada por la senadora Piedad Córdoba, Moncayo fue finalmente trasladado a la ciudad de Florencia, en el selvático sur de Colombia.
El sargento Moncayo llegó así como un hombre libre en un helicóptero de las Fuerzas Armadas de Brasil e inmediatamente después se fundió en abrazos con sus padres, Gustavo Moncayo y María Estela Cabrera, para luego tomar en los brazos a su hermana de cinco años que no conocía, pues nació durante su trágico secuestro.
En una rueda de prensa posterior, el ya ex secuestrado retiró a su padre las cadenas que ha llevado estos últimos años alrededor de su cuello y muñecas, en señal de protesta por el drama del secuestro y similares a las que portan los rehenes en las selvas.
De su padre, el profesor Gustavo Moncayo y conocido como el Caminante por la paz, dijo que ha realizado “una labor titánica e incansable” y recordó que cuando inició la larga caminata por la que recorrió más de 3.000 kilómetros para llamar la atención sobre el drama del secuestro en Colombia, él estaba muy enfermo.
“Cuando mi papá comenzó la marcha llevaba yo cinco días de tratamiento médico porque estaba postrado en cama y pasé siete meses caminando con muletas”, relató.
Moncayo, secuestrado cuando tenía 19 años y ha recobrado la libertad con 32, pasó de la adolescencia a la madurez en las profundidades de una selva que le hizo reflexionar.
Lo primero que hizo ayer fue agradecer sus apoyos y gestiones a los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, “por ser quien solicitó un gesto de paz de parte de la guerrilla”; así como de Venezuela, Hugo Chávez, y de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, sin mencionar en ningún momento al de su país, Álvaro Uribe.
Por último, este hombre que fue secuestrado cuando cumplía el servicio militar, en 1997, confesó que los doce años de cautiverio le han servido para meditar y tomar una decisión.