Con rostros consternados, mineros con sus uniformes llegados desde las cuencas carboníferas de Silesia y trabajadores de los astilleros de Gdansk con cascos y banderas del sindicato Solidaridad se entremezclaron con las decenas de miles de ciudadanos que se sumaron al homenaje popular para recordar los fallecidos.
Los retratos de todas víctimas de la tragedia, entre ellos los del presidente de Polonia, Lech Kaczynski, y su esposa Maria, y una enorme cruz blanca sobre una pared negra presidieron el gigantesco escenario sobre el que se desarrolló el homenaje de carácter civil y que finalizó con una misa oficiada por toda la curia polaca.
La ceremonia se inició con dos minutos de silencio que se vieron interrumpidos únicamente por el repicar de todas las campanas de la ciudad y el sonido de las sirenas antiaéreas, así como las de los vehículos de policía, bomberos y ambulancias.
Seguidamente se hizo lectura de la lista, por orden alfabético, de los pasajeros del vuelo presidencial, entre los que figuraban varios altos cargos institucionales y personalidades políticas, sociales, culturales y deportivas del país.