La noche busca el fresco conquistando las azoteas del caserío histórico
Ya lo dice el título del artículo que cierra esta edición: “Todo se pega”. Pero en este caso, y contradiciendo al bueno de Sanmartín, que también habla de azoteas, también se pega lo bonito.
En la cosmopolita Estambul es frecuente que los propios y extraños de una ciudad a lomos de dos continentes busquen las alturas que se elevan sobre los perfiles de cúpulas y alminares de mezquitas para contemplar una realidad orográfica, urbanística e histórica imposible de comprender con la perspectiva del viandante.
También en la capital del planeta han florecido en las azoteas los restaurantes que ofrecen como ingrediente principal de sus entrantes reflejos de millones de luces que parecen dibujar la partitura del ‘New York State of Mind’ de Billy Joel sobre un pentagrama pautado por las líneas de avenidas interminables.
Pero si en una ciudad del mundo tenía sentido contar con una ruta de terrazas para disfrutar de la noche, era en la ciudad de los campanarios y las espadañas; la ciudad sin alturas que superen el lábaro del Giraldillo; la ciudad que plantea una revolución civil cada vez que los trazos de un arquitecto en un plano amenazan con verticalizarse más allá del hectómetro que es la medida de todas las cosas para quien ejerce de activista sevillano.
Primero fue el Hotel Doña María el que ofrecía disfrutar de una cena con la Giralda presidiendo la mesa. Luego vinieron Los Seises, el Vincci La Rábida, y hasta el Alfonso X de Santa María la Blanca, el último en habilitar un espacio para relajarse bajo las estrellas.
También desde la cornisa del Aljarafe se ofrece la posibilidad de admirar el perfil completo de la ciudad, en un espacio concebido para disfrutarlo al sol del mediodía, como refleja en su propio nombre el lounge del TRH Alcora, con piscina incluida.
Y entre todas estas opciones, un espacio que ha conseguido convertirse en referente, alcanzando el primer puesto de la lista de lugares en los que concluyen la mayor parte de actos, premios, presentaciones y otros eventos sociales que tienen lugar en el casco histórico: el puzzle de terrazas y azoteas de 14 casas del siglo XVI unidas por pasarelas que rematan la silueta del EME Catedral. Restaurantes, piscinas, copas, espacios abiertos y reservados, diseño de vanguardia flirteando con tejas de barro y fachadas de cal. Y por si fuera poco, una original programación temática para la noche de los miércoles que, en el caso de mañana, se dedica al continente africano, con un programa de animación que incluye bailes tribales o la posibilidad de probar carne de antílope en el restaurante grill. La dolce vita en formato panorámico.