O el malestar indisimulado de muchos populares, convencidos de que Rajoy no es el líder que les puede llevar hasta La Moncloa, por más que Mayor Oreja en un ejercicio de buenismo político haya dejado dicho que en el PP no hay división interna.
Pero lo peor no es sólo esa falta de tirón en el liderazgo de Mariano Rajoy, sino esa guerra sucia que se ha descubierto hay en las entrañas del partido, en que ex policías y espías, que trabajan en supuestas unidades de seguridad y atendiendo a no se sabe qué intereses, se dedican a escudriñar en la vida de dirigentes del PP.
Es tal el lío y lo podrido que huele todo el asunto de espionaje en la Comunidad, que no sólo afecta a Esperanza Aguirre sino a todas las estructuras del PP, y una vez más se ve a Rajoy que no sabe por dónde tirar.
Todo este caos que se vive en el PP es terreno abonado para quienes están lanzando el rumor de que Aznar podría volver a desembarcar en la política activa. Quienes defienden esta posibilidad cuentan que si el PP obtiene un mal resultado en las elecciones gallegas y vascas y sufre un revés en las europeas, entonces, Aznar, a petición de sus leales dentro del partido, podría dar un paso al frente. Claro que también los hay que dicen que Rodrigo Rato también está a la espera de ser requerido por las bases de su partido.
En mi opinión, y en lo que se refiere a Aznar, segundas partes no serían buenas, sobre todo porque no creo que Aznar pueda concitar ni siquiera el apoyo de todo su partido, pero además su carrera política está marcada por el estigma de la guerra contra Irak. El caso de Rato es diferente porque puede concitar el apoyo de su partido y además no cuenta con demasiada animadversión fuera de éste. El caso es que el PP no termina de encontrarse a sí mismo y con el espectáculo de los espías de la Comunidad de Madrid, la situación se ha agravado si cabe aún más.
Lo peor es que para un país es un desastre no contar con un partido de la oposición creíble y potente.