El Ejército iraní anunció ayer que ha dotado a sus navíos de guerra con cañones antiaéreos de 40 milímetros y que ha construido un nuevo modelo de helicóptero de combate.
El Ejército iraní anunció ayer que ha dotado a sus navíos de guerra con cañones antiaéreos de 40 milímetros y que ha construido un nuevo modelo de helicóptero de combate.
Además, ofreció nuevos detalles sobre el misil del largo alcance que probó el pasado miércoles, capaz de impactar en objetivos situados a más de dos mil kilómetros.
“Los barcos de combate llevan ahora un tipo de cañón de 40 milímetros bautizado Fath (Victoria) que alcanza objetivos a 12 kilómetros de distancia y puede disparar 300 proyectiles por minuto”, explicó en un comunicado el ministro iraní de Defensa, general Mohamad Mustafa Najjar.
El general precisó que el cañón ha sido desarrollado íntegramente en Irán y que es efectivo para frenar los misiles crucero.
Horas antes, el Ejército iraní había presentado un nuevo modelo de helicóptero de combate, también desarrollado y construido “íntegramente en Irán”.
El aparato, llamado Shahed 285, está artillado y posee una gran capacidad de movimiento.
Mohamad Najjar explicó, asimismo, que el misil Seyil II, lanzado con éxito el pasado miércoles en el centro de Irán, es uno de los mayores avances logrados por la industria militar nacional, pese a las sanciones que pesan sobre el país.
“Ha sido diseñado para dos objetivos: lograr precisión y evitar el zarandeo. Está dotado con sensores de dirección y control muy sensibles y avanzados”, declaró a la cadena de televisión local PressTV.
“El combustible sólido, unido a las dos fases con motores independientes, le permiten lograr mucha altura, por lo que tiene un alcance mayor que otros modelos”, agregó.
Irán sufre desde la década de los ochenta un estricto embargo internacional de armas.
Aún así, desde 1992 ha conseguido desarrollar una importante industria militar nacional con la que ha modernizado su Ejército, uno de los más numerosos de la región.
La comunidad internacional acusa a Teherán de ocultar, bajo su programa nuclear civil, un supuesto proyecto militar paralelo cuyo objetivo sería adquirir un arsenal atómico.
Por su parte, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, cuestionó ayer que Estados Unidos quiera emprender de verdad un diálogo franco con Irán, pero advirtió que en cualquier caso, éste no comenzaría antes de las elecciones presidenciales del 12 de junio.
“Han llamado varias veces. Y finalmente, el presidente norteamericano ha aceptado y ha dicho, de acuerdo hagámoslo después de las elecciones”, dijo Ahmadineyad durante una rueda de prensa ofrecida a los medios locales.
Aún así, el mandatario quiso dejar claro que “existe un ambiente de desconfianza hacia la política exterior de Estados Unidos” en la región.
Washington y Teherán rompieron lazos diplomáticos en abril de 1980, una vez consolidado el triunfo de la revolución que desalojó del poder al último Sha de Persia, el pro occidental Mohamad Reza Pahlevi.
Durante el alzamiento, un grupo de estudiantes asaltó la embajada norteamericana, donde retuvo a 52 personas durante 444 días. Nada más llegar a la Casa Blanca, Obama expresó su deseo de abrir un nuevo capítulo de las relaciones con Irán.