Los combates más intensos en este verde valle de montañas escarpadas terminaron hace un mes, pero las cicatrices de la guerra aún son evidentes, según pudo comprobar Efe en una visita guiada del Ejército y las autoridades paquistaníes a la zona.
Al cruzar el estratégico paso de Ambela, en el sur del distrito de Buner, los sinuosos caminos y evocadoras imágenes de riachuelos, pinos y eucaliptos dan paso a edificios devastados, con marcas de metralla y artillería pesada.
Algunos vehículos calcinados continúan en medio de la carretera, en ocasiones desprendiendo hedor a cadáver.
También se avistan coches con banderas blancas atestados de desplazados que intentan volver a sus casas y convoyes de agencias humanitarias cargando suministros.
A medida que se avanza hacia el norte de Buner desde la capital, Daggar, los pueblos ofrecen un aspecto fantasma, con muchos de los comercios cerrados, poca gente en las calles y continuos puestos de control del Ejército.
Un tanque T-69 de construcción china, que las tropas utilizaron en su ofensiva y fue destruido por fuego talibán, precede como "muestra" de la intensidad de los combates a la localidad de Sultanwas, en palabras del coronel Nasir Januja.
Apenas unos árboles se mantienen en pie en Sultanwas, cuyos alrededores están plagados de cráteres formados por explosiones.
“Ya sabe usted... No nos quedó otra opción”, dijo a Efe el jefe militar para justificar los bombardeos aéreos del Ejército sobre un pueblo que se había convertido en un bastión talibán.
Según Januja, las tropas acabaron con el grueso de la resistencia insurgente de Buner tras librar tres días de duros combates en Sultanwas, en los que dieron muerte a unos 80 de los 200 talibanes que habían ocupado por la fuerza las casas de los civiles.
Esta batalla fue fundamental para retomar Buner, donde 3.000 miembros de las fuerzas de seguridad, comandados por Januja, hicieron frente a un millar de talibanes y acabaron con la vida de 490 de ellos.
Los demás sufrieron heridas y huyeron a demarcaciones vecinas o buscaron refugio en zonas montañosas, según la versión de Januja.
“Los talibanes entraron desafiando el mandato del Gobierno. Pero ahora ha sido restablecido. Tenemos el control del 99% del distrito. Buner vuelve a la normalidad. Los pocos insurgentes que quedan están escondidos en las montañas y no constituyen ningún peligro”, aseveró.
El delegado del Gobierno en la región, Yayha Akhunzada, recordó a la prensa durante la visita que “la mitad de los 700.000 habitantes de Buner abandonaron sus hogares por las hostilidades y de momento han regresado 6.000, según datos oficiales”.
UN PERIODISTA DE EEUU ESCAPA DE LOS TALIBANES
El periodista del diario The New York Times David Rohde, que fue secuestrado hace siete meses por los talibanes en Afganistán, logró escapar el viernes pasado y se encuentra en buenas condiciones, informó ayer la empresa.
Rhode, Tahir Ludin y Asadullah Mangal habían sido secuestrados en las afueras de Kabul el 10 de noviembre mientras el periodista “hacía una investigación para un libro”, según The New York Times.
El periodista formaba parte del equipo de profesionales del diario que ganó un Pulitzer por su cobertura de los acontecimientos en Afganistán y Paquistán.