EEUU ha confirmado que no reducirá el número de tropas y esperan que envíe más...
Los países de la OTAN decidieron ayer acelerar el paso para comenzar cuanto antes una nueva fase de transición en Afganistán, basada en la autosuficiencia de las fuerzas afganas para controlar el terrorismo y la insurgencia.
Los ministros reunidos en el consejo informal de Bratislava han dado un amplio apoyo a la estrategia que les presentó el comandante de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), general Stanley McChrystal.
Dicho plan, que paralelamente se estudia en EEUU, está centrado en coordinar el esfuerzo militar, reducir las bajas civiles en ataques aéreos y formar mejor al Ejército y la Policía de Afganistán.
Además el general recomienda sumar 40.000 soldados internacionales a los 100.000 sobre el terreno, pero ayer no tocaba esa discusión, según el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.
Todos están a la espera de la decisión de Barack Obama, cuyo equipo de seguridad está dividido sobre la conveniencia de mandar más tropas, ya que algunos miembros del gabinete se declaran partidarios de poner el énfasis en operaciones antiterroristas contra los refugios de la red Al Qaeda en Paquistán.
El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, insistió en que la reducción de soldados americanos –unos 70.000 en la actualidad– no es una opción. Además, aseguró que “varios países” aliados le habían mostrado su disposición a elevar su colaboración civil o militar en el futuro.
Aunque nadie quiere hablar de una estrategia de salida de Afganistán, algunos países como Alemania y España han considerado razonable darse un plazo de unos cinco años para poner punto y final a la operación.
Cuando en octubre de 2003 la ISAF empezó a luchar contra la insurgencia en Afganistán dividió en cinco fases su misión: despliegue, expansión en etapas por todo el país desde Kabul, estabilización, transición y salida.
Lo que aprobaron ayer los ministros –de manera informal– es empezar a planear cómo saltar de la fase tres a la cuatro, a pesar de que los ataques de la insurgencia han ido aumentando en los últimos dos años.
Antes de pasar a la llamada “transición” debe formarse suficientemente a la policía y las fuerzas de seguridad afganas, algo que no sale “gratis” ni en términos económicos ni de personal, según advirtió ayer Rasmussen.
“Sé que algunos se pueden sentir frustrados porque la OTAN les pida más recursos, pero cuesta cincuenta veces más un soldado europeo en Afganistán que uno afgano, así que es una inversión lógica tanto desde un punto de vista financiero como político”.
Además, Rasmussen enfatizó la importancia de contar con un gobierno afgano fiable, legítimo y menos corrupto.
La Alianza está pendiente de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el próximo 7 de noviembre, que se van a celebrar tras invalidarse los votos fraudulentos de la primera, el 20 de agosto.
El enviado especial de la ONU en Afganistán, Kai Eide, admitió ayer en los márgenes del Consejo de la OTAN que no podrán eliminarse completamente los casos de fraude en esta segunda vuelta.