La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha advertido de que fumar en las terrazas las convierte en "lugares inseguros tanto para los usuarios como para los trabajadores de la hostelería, por el riesgo de contagio de COVID-19 y otras enfermedades asociadas al tabaco que tienen los fumadores pasivos".
A través de un comunicado, SEPAR hace esta advertencia ante la próxima aprobación del Decreto sobre tabaquismo pasivo y terrazas. Esta sociedad científica ya remitió al Ministerio de Sanidad cinco medidas "irrenunciables" que deberían incluirse en la reforma de la Ley Antitabaco vigente, una de las cuales es que las terrazas queden libres del humo de tabaco y de los tóxicos liberados por los dispositivos electrónicos utilizados para vapear.
Además, consideran que esta medida "no debe aprobarse solo de forma circunstancial, para evitar los contagios de COVID-19 en las terrazas, sino de forma permanente, para que contribuya a evitar los contagios de esta y otras infecciones respiratorias".
SEPAR denuncia que en los últimos años se aprecia un aumento de la contaminación del aire por el tabaco en entornos abiertos como las terrazas de locales de hostelería, con un porcentaje de tóxicos del tabaco en estos espacios que oscila entre un 30 a un 50 por ciento por cada fumador. Además, indican que,, según un estudio realizado en nuestro país, más de la mitad de ellos usan estos ambientes para fumar.
"Los gases y partículas nocivas que contiene el humo del tabaco en estos lugares no solo provienen de la exhalación del fumador y de la combustión del cigarrillo sino de las colillas o de la mezcla de estos tóxicos procedentes del fumador con gases de la atmósfera. Estos agentes químicos se mantienen en el tiempo, pues se adhieren a la ropa, objetos u otras instalaciones de las terrazas. Incluso se mantienen de forma residual en la exhalación del fumador durante al menos 10 minutos tras finalizar su último cigarrillo", esgrimen.
Así, lamentan que esta exposición en no fumadores "conlleva un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como la cardiopatía isquémica, neoplasias o exacerbaciones de enfermedades respiratorias crónicas especialmente en los trabajadores de la hostelería o población vulnerable como los niños o las mujeres embarazadas, no existiendo nunca un umbral de seguridad". "Asimismo, el tabaquismo activo y pasivo predispone a infecciones respiratorias tanto víricas como bacterianas", apostillan.
Por otro lado, defienden que "existe evidencia científica sólida que demuestra una asociación peligrosa entre la COVID-19 y el tabaco". "La exposición a los tóxicos del tabaco se relaciona con presentaciones más graves y con un peor desenlace de esta enfermedad", alegan.
En este punto, recuerdan un metaanálisis y una revisión sistemática realizada por Jiménez Ruiz, en la que se incluyeron 19 y 34 artículos, respectivamente, se observa una relación entre la exposición actual o pasada al tabaco (fumadores activos o exfumadores) y una peor evolución de COVID-19, así como una mayor probabilidad de presentar una condición más crítica de infección (necesidad de intubación, ingreso en la UCI o muerte).
"Es decir, la presencia de una historia de tabaquismo aumenta en un 79 por ciento más posibilidades de necesitar ingreso en UCI o de morirse y en un 96 por ciento de desarrollar COVID-19 grave", explican con rotundidad.
Igualmente, recuerdan que el contagio del SARS-CoV-2 se produce por aerosoles al respirar, siendo mayor al realizar actividades como fumar o vapear. "En espacios de fumadores o vapeadores los coronavirus con diámetros de 0,1 micras pueden unirse a partículas del humo del tabaco más grandes pudiendo estos aerosoles cargados de partículas víricas alcanzar distancias de 8 metros. Por tanto, el humo exhalado del tabaco convencional y de dispositivos electrónicos representan un excelente vehículo para la transmisión de las partículas del virus entre personas", apuntan.