La animación hace ya tiempo que ha dejado de ser algo de niños. Lo demuestran los últimos estrenos cinematográficos, las audiencias y las cifras que facturan, y lo acreditan las nominaciones a premios como los Globos de Oro, los Oscar o los Goya.
De hecho, de las cinco cintas nominadas a mejor película de animación en la edición de este año de los Goya, tan solo dos se podrían catalogar para público infantil. Lo que se trata de casi de una excepción, hace tan solo unos años era regla.
Alberto Vázquez y Nuno Beato, directores de 'Unicorn Wars' y 'Los demonios de Barro', charlan con Europa Press para hablar de sus filmes con raíces gallegas, nominados a la próxima edición de los Goya y alejados del tópico del cine infantil.
"La animación es un medio para contar historias y tú puedes contar un drama, una peli infantil o una de terror. Si es cierto que el 90% están orientadas al público infantil, pero cada vez hay más apertura", defiende Vázquez. "Se empieza a ver que si hay películas que están bien, pueden competir. Es lo que siempre digo; una peli es una peli, da igual cómo sea".
Apunta Beato que "la Academia, al nominar este tipo de películas, da un impulso para afirmar que no solo hay cine cómico e infantil, y que además es de calidad y transmite mensajes".
Para Vázquez hay un cambio de tendencia que se debe, en parte, a una mayor cultura audiovisual y a toda la industria que la animación mueve. "Debería incentivarse más a nivel político, es un arte, pero también da puestos de trabajo", afirma. A lo que apostilla Beato que, "aunque España está un poco atrasada respecto a otros países europeos, las nuevas generaciones son la clave para que se consiga borrar el estigma".
Alberto Vázquez presentaba este 2022 su primer largometraje de animación, para el que se ha basado en un cómic de 2009 y en un corto de 2013, 'Sangre de Unicornio'. En 2016 decide expandir la trama para crear una mezcla, como él mismo define, "entre Bambi, Apocalypsne Now y la Biblia".
La guerra que enfrenta a osos y unicornios y que retrata la película esconde un conflicto interno entre dos hermanos por el amor de su madre. Al belicismo se unen el fanatismo religioso, que lleva a los ositos a odiar a los unicornios y a manipular a la opinión pública --"un poco el origen común de las guerras"-- y la mitología, una leyenda que justifica ese odio hacia los unicornios.
Además del contrapunto evidente que supone representar una guerra con elementos de la infancia, "el contraste forma parte del estilo de la película". "Se busca impactar al espectador, que espera una comedia gamberra, y en realidad es un drama y una peli de terror, que destruye un poco los iconos de la infancia. Verlos haciendo cosas poco éticas impacta mucho. Toda la peli juega a contrastes: la guerra del hombre contra la naturaleza, del hombre contra la mujer (todos los personajes de la naturaleza son mujeres) y una guerra también de hermanos; una alegoría de guerras entre hermanos, como Caín y Abel o Rómulo y Remo".
Unas contraposiciones que el director refuerza también con la utilización de técnicas distintas, el 2D y el 3D, como también hace el lisboeta Nuno Beato con el 2D y stop motion en 'Los Demonios de Barro', donde Rosa, una mujer entregada a su trabajo, sufre un ataque de estrés tras conocer la muerte de su abuelo, del que se había distanciado.
Decide entonces abandonar la ciudad para reformar la casa que ha heredado. Allí, además de los vecinos, la acompañarán un grupo de figuras, demonios, de barro modelados por su abuelo que parecen cobrar vida, y que la aconsejarán y guiarán.
"El 2D lo tenemos en la parte más inicial de la película y tiene que ver con cómo Rosa está, mucho más distante, más fría, mas centrada en el trabajo. Y luego quebramos con esto y vemos a una rosa que se conecta a las raíces, al pueblo, a los defectos, que deja ver el stopmotion, pero también mucho más natural, más poético y más orgnánico. El cambio que se siente en el personaje principal lo refuerza la técnica, con el barro que caracteriza a los demonios y que es la semilla de este conflicto", explica Beato.
El director portugués dio con el argumento de esta coproducción 'ibérico-francesa' a partir de los vídeos "tontos" de Internet "en los que ves a un trabajador que coge su ordenador y lo tira al suelo". "Al principio nos reímos con estos vídeos, peor entonces empiezas a pensar un poco en lo que hay detrás. Quisimos contar la historia de alguien que llega a este punto, cómo es su vida para llegar ahí", explica.
"Hemos intentado hacer una obra que es familiar, pero que no es cómica; abrirla a un público más general con una historia más poética, más dramática, que tiene lugar en una aldea portuguesa pero que podría perfectamente ser en Galicia, que por esas montañas, las fronteras se difuminan", bromea.
Mas similitudes comparten los dos nominados, que coinciden en defender la animación más como una técnica que como un género. "Siempre que miro las técnicas, me gusta que sirvan a la historia y la animación es muy amplia. Podemos trabajar de formas muy distintas ayudando a la narrativa", destaca Nuno Beato, que busca "quebrar un poco el estigma de que la animación es algo para niños o cómico, y es mucho más que eso".
Para Álvarez es clave el "componente fantástico". "Podemos hablar de temáticas contemporáneas y de actualidad pero de otra manera, desde la fábula, el cuento. Aporta mucho, además de todas las cosas que puedes hacer con el dibujo que no puedes hacer con la imagen real".
Aunque los dos se muestran positivos respecto a la evolución de la cultura audiovisual en España, coinciden en resaltar la aceptación que este tipo de cine tiene en otros países, motivo también por el que las coproducciones son el modus operandi de la animación española.
"Estamos obligados a coproducir porque la animación es cara, con producciones de años, cuando las de ficción pueden ser meses", apunta Alberto Vázquez. A las desventajas obvias como la distancia, los idiomas o las distintas formas de trabajar, "a las que se ha unido la pandemia", ganan las ventajas para los dos creadores, que además comparten participación francesa.
Resaltan que la gran cultura de la animación del país galo "aporta mucho": fondos, proyección con presencia en festivales, experiencia con las técnicas, etc. "La conexión con Europa es muy importante. El cine europeo puede ser muy fuerte si nos juntamos, sobre todo contra el cine americano", incide Beato.
Con estas dos coproducciones Álvarez y Beato coincidirán el próximo 11 de febrero en Sevilla, en el Palacio de Congresos y Exposiciones FIBES, donde se celebrará la 37 edición de los Premios Goya. Para ninguno de los dos es su primera nominación, ni tampoco su primer galardón.
Para Álvarez este sería su cuarto Goya (tras los cabezones por mejor corto de animación con 'Birdboy' en 2012 y 'Decorado en 2016, y por 'Psiconautas' como mejor película de animación en 2017), mientras que para Beato será su segunda vez, tras participar en 'The Monkey', corto de animación ganador del Goya en 2022.
Estarían "encantados", ambos, en llevarse el cabezón a casa, sobre todo por la repercusión para las obras. "Los premios son importantes para la carrera de las películas: atraen más premios, más festivales y, por tanto, más público y eso es lo más importante, que llegue a la gente y que se sienta identificada. El objetivo de hacer una película es que el público la vea", comenta el director portugués.
En la misma línea se expresa el creador coruñés, para el que el Goya sería "una guinda" a todo el trabajo hecho. "Pero el verdadero premio es tener libertad creativa y hacer otra película más para el público".