Hasta ahora, la betaína y el zinc se han usado para estimular el crecimiento de cerdos en condiciones óptimas de temperatura
La suplementación dietética con betaína y zinc, habitualmente empleada para estimular el crecimiento de cerdos ibéricos, no impide los efectos negativos del estrés por calor, como algunas teorías apuntaban, según un estudio de la Estación Experimental del Zaidín, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Hasta ahora, la betaína y el zinc se han usado para estimular el crecimiento de cerdos en condiciones óptimas de temperatura y algunas teorías indicaban que podrían mitigar el estrés térmico, informa el CSIC.
La investigadora Zaira Pardo, de la Estación Experimental del Zaidín, en Granada, explica que los cerdos son hipersensibles a las altas temperaturas ambientales debido a su elevada producción de calor metabólico y su rápido crecimiento.
Además, la falta de glándulas sudoríparas y el aislamiento de la piel por el grosor de su grasa subcutánea, hacen que este mamífero sea "particularmente sensible al estrés por calor".
Esta variable ambiental, señala, amenaza la producción porcina en todo el mundo y podría dar lugar a grandes pérdidas económicas.
Las principales áreas de producción porcina en España sufren los rigores del clima mediterráneo en verano, cuando las temperaturas ambientales máximas oscilan entre los 31 y los 36 grados de media.
"Aunque es una preocupación global, hay muy poca información sobre los efectos de este estrés en razas autóctonas", indica la investigadora, que añade que pese a que este animal se considera perfectamente adaptado a su entorno, la gruesa capa de grasa podría hacer que los cerdos ibéricos sean más sensibles a las altas temperaturas.
En la investigación se han asignado los animales aleatoriamente a dos ambientes (confort y estrés) y tres dietas diferentes (control, suplementada con betaína y suplementada con zinc).
La temperatura usada en el experimento, 30 grados centígrados, para inducir el estrés es similar a la temperatura media de los meses más calurosos del clima mediterráneo.
La zona de confort de los cerdos oscila entre 18 y 25 grados, así que temperaturas superiores a 25 grados activan respuestas termorreguladoras, aclara la investigadora.
En países con climas cálidos, los programas para prevenir el estrés por calor podrían ser una herramienta útil para disminuir los problemas de crecimiento de los cerdos ante la mayor frecuencia de olas de calor debidas al cambio climático.
El siguiente paso de esta investigación será determinar los efectos del estrés por calor en otras fases del ciclo productivo de esta raza y la búsqueda de nuevas estrategias para mitigarlo, informa el CSIC.