Dos días de trashumancia han conducido a José Jiménez desde Alfacar (Granada) hasta la patrimonial Dehesa del Generalife
Un rebajo de casi 350 ovejas de raza roja levantina pastarán durante dos meses en un paraje de unas 55 hectáreas de olivar de la Dehesa del Generalife gracias a la apuesta del Patronato de la Alhambra por blindar el pastoreo y proteger así el paisaje
Dos días de trashumancia han conducido a José Jiménez desde Alfacar (Granada) hasta la patrimonial Dehesa del Generalife, a una zona de olivar con un redil que se convertirá durante dos meses en el nuevo hogar de este pastor y sus 339 ovejas de raza roja levantina, conocidas como romeras.
La Alhambra consolida así el pastoreo que su área, una actividad que el Patronato recuperó en 2017 para proteger el patrimonio paisajístico cultural de la zona.
La directora de la Alhambra, Rocío Díaz, ha detallado el camino recorrido por el pastos, una travesía de diez kilómetros por caminos rurales y una histórica vía pecuaria realizados como antaño.
Díaz ha recordado que el pastoreo redunda en beneficio del mantenimiento del propio cultivo del olivar al favorecer la fertilización extensiva de la superficie, y minimiza el riesgo de incendios porque permite la limpieza ecológica y natural.
La directora del complejo monumental, históricamente el más visitado del país, ha añadido que el aprovechamiento ganadero encaja en los criterios de gestión patrimonial responsable y sostenible que persigue la Alhambra e implica un apoyo significativo al desarrollo de zonas rurales.
"Es un espacio muy bueno, se ven liebres y pájaros libres, no hay nada muerto, todo ecológico", ha añadido el pastor, que se ha situado con su rebaño en la parte más alta del Cerro del Sol, por encima de las Huertas medievales del Generalife, los Alijares y la Silla del Moro.
El espacio elegido es un paraje cercano a los restos arqueológicos del Palacio de Dar al-Arusa, y ahí permanecerá durante los próximos dos meses en una superficie de 55 hectáreas propiedad de la Alhambra.
Su traslado que se ha planteado como una muestra de respeto a las pautas históricas de la trashumancia, práctica inscrita por la Unesco en 2019 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.