Nuestra Semana Santa no es una improvisación, ni un invento novedoso, es una herencia que ha hecho suya toda la ciudad
De nuevo el calendario nos invita a vivir nuestra Semana Santa. Esta ciudad no sería la misma sin esta celebración que viene de siglos y que hoy, pese a los cambios y las transformaciones que se han ido operando, presenta un balance muy satisfactorio en el que lo más importante es la enorme participación en torno al mundo cofradiero y la riqueza imaginera que distingue a este pueblo nuestro y que le hace ser ciudad de Semana Santa. No hay más que observar cómo cada año nos visitan cientos de personas de otros lugares atraídas por la singularidad de nuestros desfiles, en especial algunos de ellos, pues la mayoría tiene procesiones dignas de ser consideradas como atractivas desde el punto de vista de la fe y de los sentidos, por la belleza y expresividad de sus pasos, y no queremos señalar expresamente a ninguna porque seguro que están retenidas desde siempre en el sentimiento de los jienenses. Estamos pues en la geografía de la Semana Santa por méritos propios. Además, nuestra Semana Mayor forma parte del acervo más íntimo de la ciudad, es decir, no es una improvisación, ni un invento novedoso, es una herencia y que se mantiene desde siglos superando obstáculos y que ha hecho suya la ciudad y es una de sus expresiones más queridas, porque prácticamente todos los cristos y todas las vírgenes que salen a las calles tienen a cientos de jienenses detrás que son su fuerza. En fin, se trata de la pasión según Jaén, es parte de nuestro riquísimo patrimonio y tenemos el ineludible deber de preservarlo.