La micropolítica, que no es otra cosa que un eufemismo para definir la gestión municipal del actual equipo de gobierno en el día a día de la ciudad, en aquellos pequeños detalles que hacen la vida más amable a los ciudadanos y que contribuyen a incrementar el bienestar del pueblo, amén de las grandes infraestructuras, debería llegar a todos, independientemente del color político del barrio en las urnas. El cinismo político, cuando se trata de un barrio con una tasa de paro cercana al 70 por ciento y con miles de familias ahogadas por la línea que señala el umbral de la pobreza, además, debería circunscribirse al ámbito privado y no mostrarse henchido públicamente. Los vecinos del barrio del Polígono del Valle, para ser más concretos 55 familias, llevan tres años esperando que el Ayuntamiento ponga en marcha los huertos urbanos en un terreno municipal, una iniciativa que funciona en muchas capitales andaluzas y que no requiere grandes esfuerzos inversores, salvo los derivados de la parcelación del terreno. Tres años esperando una orden, un gesto, un guiño del gobierno municipal, que no llega porque la asociación Passo, ejemplo de trabajo del movimiento vecinal en esta ciudad desde hace décadas, tiene la mala costumbre de reivindicar y pedir en voz alta las promesas que les hicieron antaño. Micropolítica y castigo, servilismo y complacencia, lo de siempre, poder. Legítimo, pero injusto a veces.
Jaén
Micropolítica para todos
Los vecinos del Polígono del Valle llevan tres años un gesto del Ayuntamiento para disfrutar de los huertos urbanos
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